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Muerte en la discoteca: el último adiós a Ussía

"Te fuiste sin avisar"

Rezos, música y lecturas religiosas en el acto de homenaje a Álvaro Ussía - Más de 2.500 personas se reúnen junto a las puertas de Balcón de Rosales

Beatriz Caballero, la madre de Álvaro Ussía, una mujer menuda y morena, sólo cerró los ojos. Con fuerza. Como quien, en el fondo, piensa que si pone todo su empeño podrá escapar de la realidad. Esa en la que su hijo, muerto tras una paliza a manos de tres porteros de la discoteca Balcón de Rosales hace justo una semana, ya no está.

Cerca de Beatriz, en medio de 2.500 personas reunidas en silencio a la luz de las velas frente al local ahora clausurado y empapelado con pasquines, con la cara de Álvaro, está otra madre. María del Mar Bermúdez perdió a su hija, Sandra Palo, hace más de cinco años. También fue víctima de la violencia. No han hablado nunca. No se conocen.

Rodeándolas por todos los flancos, alrededor de 2.500 personas guardaban, en la tarde de ayer, un escrupuloso silencio. Caras jóvenes, sobre todo. Compañeros de clase de Álvaro en el colegio concertado Monte Tabor de Pozuelo. Y sus padres. Muchos de ellos llevaban carteles y camisetas con la imagen del joven muerto. "Todos somos Álvaro". "Siempre Ussía. No te olvidaremos"

"Pedimos que esto no le pase nunca más a nadie", dicen dos amigas del joven
"Estos chicos han logrado movilizar a la sociedad", asegura el director del colegio
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Todos ellos, familiares, amigos, vecinos o incluso ciudadanos que nunca le conocieron, acudieron ayer a rendirle homenaje al lugar en el que fue asesinado en la madrugada del pasado sábado, y a pedir que nunca más vuelva a repetirse un caso así.

El entorno del Balcón de Rosales estaba abarrotado mucho antes de las ocho de la noche, la hora a la que estaba convocada la concentración en memoria de Ussía. A la entrada del parque, justo bajo un cartel que anuncia el Teleférico, crecía poco a poco un altar hecho a base de flores y velas. También de fotografías de Álvaro y mensajes de sus amigos y familiares, e incluso de sus vecinos de la urbanización de Chiclana (Cádiz), en la que veraneaba junto a su madre y hermanos.

Pero no era el único altar. Bastaba bajar la escalinata más próxima y llegar a las puertas de la discoteca, forrada con carteles de la cara del joven asesinado, para encontrar otro pequeño templo de velas, flores y fotografías. Tres chicas de 16 y 17 años se apretaban unas contra otras, intentando buscar el calor que no ofrecía la fría noche.

Son amigas de la hermana pequeña de Álvaro, que ayer era incapaz de encontrar consuelo en ningún brazo. Juntas sujetan una fotografía del joven con una mano, y una vela con la otra. "Lo único que pedimos es que se haga justicia, y que esto no le pase nunca más a nadie", señalan mientras las lágrimas afloran en sus ojos.

Solo, apoyado en una barandilla, Juan Antonio Perteguer, el director del colegio en el que estudiaba el joven, mira a su entorno: está orgulloso, reconoce. "Estos chicos han logrado movilizar a toda la sociedad, han conseguido obligar a las administraciones a tomar medidas, para alcanzar mayor seguridad en el ocio nocturno", dice antes de emocionarse. Pero antes que Álvaro, murieron en la región otros dos jóvenes. Dos marroquíes, en Fuenlabrada y Alcorcón.

Al acto acudieron la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el concejal del distrito de Moncloa, Álvaro Ballarín.

Mientras tanto, las decenas de amigos y compañeros de clases de Álvaro están por todas partes. Organizan, participan con sus lecturas de los evangelios en la oración, y van de un lado para otro abrazando y saludando a todos. Es uno más de los muchos esfuerzos que han brindado durante toda la semana a la memoria de su amigo. Los jóvenes también leyeron ayer una carta, que entre todos habían escrito para Álvaro. En ella recordaban la energía y la bondad del muchacho, y le tranquilizaban anunciándole que ellos cuidarían de todo aquello que con su muerte ha dejado atrás. "Te fuiste sin avisar", culminaba el texto.

Tras el mensaje, un disco con la música preferida de Álvaro Ussía cerró la concentración. Todavía tardó un buen rato en marcharse la mayor parte de la gente, que se reunía en pequeños corros o miraba en silencio hacia alguno de los rincones, en los que cualquier pequeño detalle recordaba al joven. "Hace una semana él estaba por aquí, dispuesto a divertirse sin molestar a nadie. Feliz por terminar los exámenes y estar con sus amigos", se lamentaba Luis, uno de sus compañeros.

Ya sólo había espacio para el llanto y los abrazos. De fondo, una de las canciones preferidas de Álvaro: la voz de Rosario Flores cantaba: "Nunca más usar la violencia".

Alumnos del colegio Monte Tabor colocan velas en señal de duelo frente a la discoteca donde falleció su compañero tras recibir una paliza.
Alumnos del colegio Monte Tabor colocan velas en señal de duelo frente a la discoteca donde falleció su compañero tras recibir una paliza.ULY MARTÍN

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