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Reportaje:

China intenta salvar el empleo

Pekín necesita mantener el crecimiento por encima del 7%

China se encamina hacia la que podría ser su peor crisis económica en las dos últimas décadas, y el Gobierno ha respondido con medidas sin precedentes. Desde hace semanas, las autoridades han advertido sobre el efecto de la ralentización mundial sobre el país asiático. Pero el jueves pasado, Zhang Ping, ministro de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo (el máximo órgano de planificación económica del país), dibujó un panorama aún más sombrío. "La crisis se está extendiendo por todo el mundo, y el impacto sobre la economía china se está profundizando". Zhang advirtió que los indicadores económicos de noviembre muestran "un declive mayor", aunque no dio detalles.

La cuarta economía del mundo creció un 9% en el tercer trimestre, frente a un 11,9% en el conjunto de 2007, debido a la menor demanda extranjera de sus productos, y el Banco Mundial ha rebajado esta semana sus previsiones para China en 2009 del 9,2% al 7,5%, el menor valor desde 1990. Se trata de una cifra crítica, ya que se sitúa entre el 7% y el 8% que Pekín considera que debe aumentar el producto interior bruto (PIB) para proporcionar trabajo a la población. La consecuencia ha sido que miles de empresas han cerrado, especialmente en las provincias industriales de Guangdong y Zhejiang, y sus trabajadores se han quedado en la calle.

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El Gobierno ha fijado como "prioridad absoluta nacional" mantener el crecimiento para crear empleo, y ha reaccionado con medidas contundentes. A principios de mes aprobó un plan financiero por valor de cuatro billones de yuanes (453.000 millones de euros) hasta 2010 para reactivar la economía, impulsar el consumo y reducir la dependencia de las exportaciones, que representan el 40% del PIB. La decisión fue seguida, el miércoles pasado, por el mayor recorte de los tipos de interés de los últimos 11 años (1,08 puntos), que quedaron situados en el 5,58% para el tipo de referencia a un año, y en el 2,52% para los depósitos bancarios. Es la cuarta rebaja desde mediados de septiembre, pero en esta ocasión ha sorprendido por su cuantía, ya que cuadruplica los 0,27 puntos habituales.

Dado que la inflación fue en octubre del 4%, el recorte de tipos significa que pedir créditos es ahora muy barato, al tiempo que guardar el dinero en el banco es garantía de perder valor adquisitivo. Esto es, en principio, un gran incentivo para el consumo, pero el impacto puede ser limitado, ya que, a diferencia de lo que ocurre en economías más desarrolladas, en China la gente no tiene tanta costumbre de solicitar créditos para gastar.

El plan financiero incluye 1,8 billones de yuanes para aeropuertos, autopistas y otras obras; 370.000 millones para mejorar las infraestructuras en el campo, 350.000 millones para proyectos medioambientales, 280.000 millones para vivienda social y 40.000 millones para sanidad y educación. ¿De dónde saldrá el dinero? El Gobierno central aportará 1,2 billones de yuanes (el 30% del total), y el resto será responsabilidad de los gobiernos locales y las empresas estatales. Algunas provincias han creado fondos para mantener empresas a flote, y otras, como Shandong, han exigido a las compañías que soliciten permiso si quieren despedir a más de 40 trabajadores.

En paralelo, las autoridades han disminuido el requisito de reservas de los grandes bancos, y están estudiando ayudas para los sectores siderúrgico, automovilístico, petroquímico y textil. Además prevén ampliar la cobertura de paro y están considerando disminuir el precio de los combustibles y realizar reformas fiscales.

Pekín pretende impulsar así el consumo y contribuir a absorber el creciente paro. Según Yin Weimin, ministro de Recursos Humanos y Seguridad Social, la situación es "crítica", y el desempleo subirá en los próximos meses. Yin prevé, sin embargo, que la situación mejore en el segundo trimestre de 2009, una vez que las medidas adoptadas comiencen a dar fruto. Para el Gobierno, se trata no sólo de paliar la crisis y proteger a los ciudadanos, sino de velar por su propia supervivencia, ya que el Partido Comunista Chino ha basado en buena parte su legitimación en el progreso meteórico de la economía. -

Un dependiente espera la llegada de clientes en un puesto de comida, el pasado viernes, en Pekín. El Gobierno teme una caída del consumo.
Un dependiente espera la llegada de clientes en un puesto de comida, el pasado viernes, en Pekín. El Gobierno teme una caída del consumo.EFE

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