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DESDE EL PACÍFICO
Columna
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La revolución Twitter y los medios

EXPUESTA DE MANERA brutal durante los ataques contra Bombay, la emergencia de Twitter como fuente de la actualidad más caliente podría sacudir profundamente la manera de informarse online y hasta el periodismo. No hay nada más rápido que Twitter, nada más diverso, nada más caótico, aunque no todo lo que se publica ahí tenga credibilidad. Medios y periodistas no pueden ignorar el fenómeno y tienen que aprender a cumplir su función de manera diferente. "El impacto de una nota redactada en primera persona está en este mismo hecho: yo estaba yo ahí; tú, no. Sé lo que pasó. Tu quieres saber", escribió Prempanicker en Twitter pocas horas después de que terminaran los combates.

Frédéric Fillioux, redactor de MondayNote.com, sitio sobre la evolución de los medios, cuenta que "por costumbre profesional fui a las fuentes equivocadas". Se trataba de CNN y SkyNews, pero rápidamente se dio cuenta que "ninguna era tan absorbente como Twitter, el lugar donde ir esa noche".

Om Malik apunta las graves carencias de los testigos directos: "A pesar del volumen de información, conseguir el contexto ha sido una lucha".
No hay nada más rápido, diverso y caótico que Twitter, aunque no todo lo que se publica tenga credibilidad. Medios y periodistas no pueden ignorar el fenómeno.
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Andy Garhan, que anima el blog E-Media Tidbits para el la escuela de periodistas Poynter Institute, propone una lista de sitios y herramientas útiles y recuerda: "Algunas informaciones son producidas por periodistas profesionales. Cada uno tiene que utilizar sus criterios para determinar cuáles creer".

La importancia asumida por los medios sociales (Flickr y YouTube suministraban imágenes; Wikipedia realizó un trabajo de síntesis en tiempo real) ha llevado a medios como The New York Times, CNN o The Guardian a reconocer que la tragedia de Bombay fue "La hora de Twitter", como publicó Forbes. "Los usuarios mandando notas con comentarios sobre la crisis transformaron un servicio de distribución de mensajes personales cortos para una red de conocidos en un servicio de información mundial y en tiempo real basado en los relatos personales de los ataques", explicaba la web de Forbes.

Voces importantes de la blogosfera reafirmaron sus convicciones. "No puedo creer que todavía haya gente diciendo que Twitter no es una fuente de noticias", escribió Michael Arrington en TechCrunch antes de precisar que lo importante no "es la velocidad de llegada de la nota. Twitter también sirve como fuente de actualización".

Tras reconocer la presencia de informaciones equivocadas, Mathew Ingram insiste en la capacidad de los participantes de corregirlas mientras afirma rotundamente "Sí, Twitter es una fuente periodística".

Muchos también se escandalizaron. Tom Purcell fue uno de los más críticos en su Tom'sTechBlog. "Lo que tienen ahí es gente a quien no le importa tener la información correcta". Los acusa de lanzar informaciones sin preocuparse por el miedo que puede infundir para luego "vanagloriarse de la grandeza de Twitter ganando a los medios en la cobertura de la actualidad". Om Malik apunta a una de las graves carencias que dan los testigos directos: "A pesar del enorme volumen de información -y su inmediatez-, conseguir el contexto de la situación ha sido una lucha".

El analista Paul Saffo, sin embargo, opone a la frescura de las informaciones en las redes sociales el hecho de que "en el mundo de los viejos medios, las cabezas hablantes de los noticieros televisivos se agitan como mapaches aturdidos, contando la misma historia durante horas y mostrando repetitivamente los mismos vídeos".

La discusión ilustra la importancia de un acontecimiento que marcará un punto de inflexión en la manera de informarse en situaciones de crisis. Se cuestiona la forma de la nota tradicional: aparece al lado del relato organizado y estructurado una expresión en fragmentos donde el receptor (lector, espectador) tiene que participar para enlazar los elementos de los cuales dispone y buscar varias fuentes. Los medios tradicionales pueden adaptarse y dedicar parte de sus recursos a filtrar lo que llega y lo que se encuentra hasta tener su propia capacidad de análisis. También pueden organizar una cobertura en la que participen, con idénticas herramientas, periodistas profesionales, usuarios seleccionados y, por qué no ciudadanos. Como ha hecho el todavía experimental LePost.fr.

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