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La Guardia Civil toma La Mojonera tras una batalla entre inmigrantes

La muerte de un maliense a manos de un marroquí provocó una revuelta en el pueblo

Segunda muerte con violencia de un subsahariano en un municipio del Poniente almeriense en apenas tres meses. La víctima, Sega Sisoco, un maliense de 24 años, murió por una herida de arma blanca propinada por un marroquí de 28 llamado Mohamed S. Los hechos ocurrieron la noche del domingo, cuando Sisoco entró en un locutorio y se percató de que varios marroquíes intentaban robarle la cartera. Según fuentes policiales, el joven optó en un primer momento por salir corriendo, pero poco después volvió con un grupo de compatriotas "a pedir explicaciones". La disputa, ya fuera del local, en un descampado oscuro, acabó con una puñalada en el bajo tórax de Sisoco, y su muerte pasadas las nueve de la noche. Apenas seis horas después, fue detenido el presunto autor de la puñalada junto a dos presuntos colaboradores, Aziz E. S. y Abderrahim L.

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Apenas tres meses después de la muerte de Ousmane Kote, el senegalés que perdió la vida el pasado septiembre en una barriada de Roquetas de Mar tras otra disputa con un traficante de drogas local, el alboroto de una comunidad indignada volvió a retumbar en el Poniente. La explosión de dolor e indignación de la comunidad subsahariana estalló con llantos y lamentos pero también con violencia. Un numeroso grupo de jóvenes se pertrechó de piedras que comenzaron a lanzar contra vehículos y propiedades de marroquíes. Tres coches resultaron calcinados y hubo un conato de incendio en un local de comestibles regentado por magrebíes. Cinco subsaharianos fueron detenidos por alteración del orden público.

Ya por la tarde, la Guardia Civil tuvo que disolver a varios grupos aislados de inmigrantes que volvieron a arrojar piedras en la zona donde se produjo la muerte por apuñalamiento. El dispositivo policial en la zona es contundente. Fuentes oficiales confirmaron que 14 vehículos de la Guardia Civil llegaron al lugar de los hechos 20 minutos después del suceso. La unidad de seguridad ciudadana de la Comandancia se incorporó más tarde. Los refuerzos de 180 agentes permitirán que en la zona haya de manera permanente "entre 60 y 70 agentes" hasta que desaparezca la tensión.

La ONG Almería Acoge leyó el suceso en clave de crisis económica y paro. "Es una desgracia muy cotidiana la que se está formando y esperamos que no llegue a más. Por ahora observamos que son grupos de marginados contra grupos de marginados, personas excluidas contra personas excluidas. Nos encontramos con gente en situaciones muy malas, con documentación o sin ella", explicó Juan Miralles, director de la ONG.

Según los datos oficiales, de las 7.872 personas censadas en La Mojonera sólo 421 estaban en paro el pasado mes de octubre. Los mismos datos reflejan que de los 48.747 parados registrados en noviembre en la provincia un 20% (9.800) son extranjeros. Para agricultores como Tomás o Vicente, que ayer observaban desde una esquina a los grupos de magrebíes concentrados tras el suceso, la realidad del Poniente almeriense "se sale" de las cifras oficiales. "Yo me tengo que encerrar en mi invernadero porque no paran de venir a pedir trabajo. Se te arrodillan para pedírtelo", dice Tomás. "Pero con el encarecimiento de los abonos, las semillas y todo lo demás, ya no me es rentable tener contratados a los extranjeros".

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Agentes de la Guardia Civil se enfrentan a un grupo de inmigrantes durante los disturbios de la noche del domingo en La Mojonera. 
/ reuters
Coches quemados durante los disturbios en La Mojonera.
Agentes de la Guardia Civil se enfrentan a un grupo de inmigrantes durante los disturbios de la noche del domingo en La Mojonera. / reuters Coches quemados durante los disturbios en La Mojonera.EFE

Último envío a mamá

Sega Sisoco, el maliense fallecido tras la disputa con un grupo de marroquíes en el municipio almeriense de La Mojonera, llevaba en España dos años y ocho meses, según sus más allegados.

No tenía papeles y eso propiciaba que trabajara "de vez en cuando" y de manera intermitente, según sus conocidos. Sisoco, que no tenía familia en España, vivía en un piso cerca del Ayuntamiento con tres subsaharianos más. Sus amigos dicen que le encantaba el fútbol, aunque no se decantaba por ningún equipo español y "le gustaba entrenar" los días que no había trabajo.

La noche del pasado domingo, Sisoco fue a un locutorio a enviar dinero a su madre. Después, volvió a salir "para comprar algunos alimentos". Un recado que no acabó de cumplir.

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