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Los 100 días que no estremecieron al mundo

Oriol Güell

El 6 de abril de 1994 empezó en Ruanda una orgía de violencia que duró 100 días. Cuando el mundo, poco interesado en saber y menos en intervenir, descubrió lo ocurrido, se estremeció ante el rastro de 800.000 tutsis y hutus moderados asesinados a machetazos por los Interahamwe, los que matan juntos, hutus. Las tensiones entre las etnias hutu y tutsi hunden sus raíces en la época colonial, pero lo ocurrido en 1994 fue un plan preparado para eliminar cualquier presencia tutsi en Ruanda. Era la solución final, la brutal alternativa a los recurrentes enfrentamientos entre ambas etnias.

Ruanda tenía un Gobierno hutu en 1990, cuando la milicia tutsi del Frente Patriótico de Ruanda (FPR) del actual presidente, Paul Kagame, inició sus ataques en el norte del país desde Uganda. La guerra civil en marcha fue el contexto en el que, desde emisoras de radios y aldeas, se fue fraguando el odio contra los tutsis como agresores que querían esclavizar a los hutus.

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Los sucesivos intentos de sellar la paz, el más importante el acuerdo de Arusha de 1993, fueron boicoteados por las dos partes, especialmente por los radicales hutus, contrarios al acuerdo que dejaría el país en manos de un Gobierno de unidad. La delicada situación estalló por los aires, literalmente, el 6 de abril de 1994, cuando un atentado aún sin resolver desintegró el avión en el que viajaban los presidentes de Ruanda, Juvenal Habyarimana, y Burundi, Cyprien Ntaryamira. Al día siguiente, la guardia presidencial asesinó al primer ministro ruandés, el hutu moderado Agathe Uwilingiwimana, y se desataron los 100 días de horror a los que el Tribunal de la ONU para Ruanda trata ahora de poner un broche civilizado.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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