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Reportaje:Ida de los cuartos de final de la Copa del Rey

Defensa duro, técnico exigente

El sustituto de Mané compartió vestuario con las figuras blanquiazules y sus referentes son Bielsa, Fernández y Camacho

Jordi Quixano

Después de la siesta o de recoger a los niños en el colegio, quedaban en casa de uno o de otro para ver cualquier partido de fútbol que echaran en la televisión por cable. Lo mismo daba que fuera de la Liga rusa que de la ecuatoriana o la mexicana. "Nos gusta todo lo que lleva balón", reconocían divertidos. Eran Mauricio Pochettino e Iván de la Peña, que compartieron vestuario en el Espanyol hace unas temporadas.

Ahora también lo hacen. De la Peña actúa como jugador y Pochettino (Murphy, Argentina; 1972) será su entrenador -es el más joven de la Primera División, por delante de Unai Emery (Valencia) y Pep Guardiola (Barça), que le saca 14 meses- hasta que concluya la temporada. "Una cosa es lo profesional y otra mi vida privada", advirtió con rotundidad el técnico; "me da igual con quién tenga buena relación o no. A todos se les exigirá lo mismo y jugará quien se lo merezca, que para eso estoy yo". Mano dura. Es lo que le enseñaron.

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A Pochettino le despertaron en su casa de Murphy una mañana gélida de 1986. Eran Marcelo Bielsa, ex técnico de la selección argentina y del Espanyol, entre otros equipos, y ahora seleccionador de Chile, y Jorge Griffa, ex zaguero del Atlético y del propio Espanyol. Le llevaron al Newell's Old Boys, en el que comenzaron una relación excelente, marcada por la amistad fuera del campo y la rudeza dentro del él. "En un partido marqué un gol de cabeza a la salida de un córner. Después de celebrarlo, Bielsa me llamó para regañarme duramente porque había rematado en una posición distinta a la que habíamos ensayado", cuenta Pochettino. Luego, se refiere a la situación actual: "Como jugador, era exigente y ahora [sus referencias son Bielsa, Luis Fernández y José Antonio Camacho] también lo seré. Es lo que hay".

Con la sola experiencia de actuar durante un trimestre como segundo entrenador del Espanyol femenino -eran las prácticas requeridas para sacarse el carné-, Pochettino se sienta en un banquillo que echa humo. Tras sólo 13 partidos de Liga, se despidió a Márquez y el lunes, tras otros seis encuentros, a Mané, que estuvo ayer por la mañana en la ciudad deportiva para firmar el finiquito. "¿Arriesgado?", se cuestionó Pochettino; "todo lo es en la vida y un día hay que empezar. Así que asumo el riesgo y la responsabilidad".

Con él llega el segundo entrenador, Miguel Rossi, que hizo de asesor técnico con José Pekerman en el Leganés (2003-04), y el preparador físico Feliciano di Blasi, que ya estuvo en el club blanquiazul ayudando a Fernández (2003-04). "Toca trabajar para salir de esta pesadilla. Mauricio, ayúdanos porque sé que contigo triunfaremos", le pidió Daniel Sánchez Llibre, el presidente. "Dije que siempre que se me necesitara en este club respondería", recordó Pochettino; "pero ahora lo prioritario es el apoyo de todos para que nos unamos por el bien del Espanyol".

Aunque el míster se negó a hablar del fútbol que quiere desplegar o de las deficiencias que ve en el Espanyol, no le faltó una pizca de confianza para revertir la situación por la que atraviesa el equipo, antepenúltimo en la tabla y a cinco puntos de la salvación: "Si no me viera capacitado para motivarlo y salvarlo, no estaría aquí sentado. Aquí estoy y es la mejor opción para todos". Y ahondó: "Se puede sacar mucho más rendimiento de esta plantilla, en la que confío plenamente". Lo cierto, sin embargo, es que ya ha solicitado al club el fichaje prioritario de un delantero centro. Tamudo continúa lesionado y De la Peña acaba de recibir el alta.

Mauricio Pochettino.
Mauricio Pochettino.

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