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Las secuelas del vendaval

La apertura de la puerta de la nave precipitó el desastre

El "efecto arrastre" aumenta hasta cuatro veces la potencia del viento

El detonante del desastre fue la apertura de la puerta de la nave que albergaba el túnel de bateo de Sant Boi. La decisión de que los muchachos utilizaran la nave como refugio parecía razonable porque en ese momento el viento había superado los 122 kilómetros por hora, pero la naturaleza tiene comportamientos no siempre bien comprendidos y fue abrir la puerta lo que produjo el "efecto arrastre" que hizo volar el techo y desplomarse el edificio con los trágicos resultados conocidos.

El mecanismo que se produjo, explica Daniel Crespo, catedrático de Física Aplicada en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), es "similar al que hace que los aviones se mantengan en el aire: el viento empuja por abajo y succiona por arriba". Crespo conoce bien la dinámica del aire por su constante utilización en el "túnel del viento" de la propia UPC.

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El viento afecta de modo diverso, señala, a un edificio cúbico que a un coche. La diferencia es de 1 a 10, es decir, siempre contra el bloque. Pero el viento no actúa igual en todas las partes del edificio. Por el techo se desvía y produce un "efecto succión". Es como si tirara del tejado, aunque normalmente sin fuerza suficiente como para arrancarlo. Pero al abrir la puerta, el viento entró en la nave y produjo un aumento de la presión interior con un impulso hacia arriba del aire de abajo. El incremento de la presión en estos casos es notable y casi el equivalente a multiplicar la fuerza del viento por cuatro. Es decir, que si la velocidad del viento era en esos momentos de 122,2 kilómetros por hora, según datos del observatorio de Viladecans, el más cercano, la velocidad del viento en el interior del túnel de bateo fue de casi 500 kilómetros, que se sumó a la fuerza del viento exterior, que tiraba del tejado hacia arriba.

"El coeficiente de arrastre", explica Daniel Crespo, "depende de la forma del edificio" y la forma cúbica de la nave es la que soporta peor estos casos.

Hay edificios que, antes de ser construidos, son sometidos a pruebas virtuales en el túnel del viento de la UPC, sigue explicando Crespo, pero se trata de edificios singulares con alguna característica particular que sugiera que necesita de ese tipo de análisis. Lo norma no es eso y, desde luego, la nave que se hundió en Sant Boi de Llobregat no se sometió al experimento, como no se hace con prácticamente ninguno de los edificios que se construyen en Cataluña.

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En el desgraciado accidente confluyen, por tanto, diversas circunstancias desafortunadas: una decisión juiciosa (apartar a los muchachos del viento casi huracanado) pero en un momento en el que coincidió la fuerza del vendaval con un potente cambio de presión en el interior del edificio producido, precisamente, por la apertura de la puerta, hecho imprescindible para que los chavales entraran en la nave.

En ese momento, la entrada del viento con fuerza multiplicada por cuatro desbarató el edificio arrancando el techado y haciendo que se desmoronasen las paredes. Al tratarse de una nave diáfana, sin columnas, no hubo anclajes de refuerzo para el techo y todo voló por los aires.

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