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El problema de la vivienda

Una obra ilegal causa el desalojo de 40 vecinos de otra casa en Centro

Segunda evacuación en una semana por reformas en un local comercial

Jorge, con su gato persa a cuestas y sin saber nada de su otro felino, atrapado en casa. Su familia con las maletas en el portal. La Policía Municipal y el Samur Social, atendiendo a los que iban llegando a su hogar y no podían entrar. En total, unos 40 vecinos desalojados por riesgo de derrumbe del edificio. De ellos, 22 tuvieron que ser realojados en un hostal. Y todo porque a unos obreros chinos se les fue la mano cuando hacían reformas en el local del 111 de la calle de Atocha para convertir un cibercafé en una tienda de alimentación, una operación que ejecutaron de tapadillo y sin ninguna licencia.

Sobre las 11.30 de ayer los bomberos recibieron la llamada de un grupo de vecinos de dicho edificio. Estaban sin luz y habían aparecido unas grietas en algunos pisos del ala izquierda del inmueble. "Hace una semana que oíamos unos ruidos que parecía que iban tumbar el edificio. Como un martillo neumático o así", explicaba Juliana Ureña frente a su portal, bajo la lluvia e inquieta también por su gato Ramsés.

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Hace tan sólo nueve días, otro inmueble, cerca de Cuatro Caminos, tuvo que ser desalojado por culpa de unas obras que se realizaban en una floristería situada en los bajos. En aquel caso, no había problemas de licencia. ¿Pero por qué no se controla mejor esta situación? "Es muy difícil saber que unos obreros están haciendo obras en un local si la verja está echada y trabajan sin permiso", explicaron ayer en la Junta Municipal de Centro.

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Cuando llegaron los bomberos, comprobaron que había daños en el edificio. Según las primeras investigaciones de los técnicos municipales que se encontraban en la obra, "los obreros dañaron parte de un muro de carga". Por seguridad, los bomberos ordenaron desalojar todas las viviendas colindantes con el lado del edificio donde se encuentra el local afectado, aproximadamente la mitad del inmueble. El resto de vecinos pudo permanecer en sus casas, aunque no las tenían todas consigo: "Bueno, nos han dicho que no pasa nada, pero yo tengo una hija de dos semanas y una mujer. Ella no lo tiene tan claro. Pero en principio nos quedaremos", explicó Jeremy Schwartz.

Fuentes de la Junta Municipal de Centro explicaron a este periódico que la obra carecía de licencia. "Sólo tenía pedido el cambio de uso para una tienda de alimentación de unos ciudadanos chinos, pero ni siquiera estaba concedido", explicaron. Las mismas fuentes anunciaron que se ha abierto un expediente sancionador y los autores de la chapuza se enfrentan ahora a una posible sanción de 300.000 euros. Los técnicos de Urbanismo dirigieron a una cuadrilla de obreros para apuntalar el edificio. Tuvieron que cortar varios soportes en medio de la calle para colocarlos en el lugar donde apoyaba el muro de carga dañado. Además, estuvieron toda la tarde retirando cascotes del interior del local.

Los vecinos del edificio, de momento, tendrán que pasar tres días fuera de sus casas mientras se comprueba el alcance de los daños. "Yo ya he podido llevarme algunas cosas, pero necesito subir otra vez para cambiarme de zapatos. Estos están chorreando", explicaba el colombiano Henry Molero.

El presidente de la asociación de vecinos, Fernando Romero, él también con su maleta preparada para marcharse, andaba bastante estresado por el portal de la casa atendiendo las preguntas de periodistas e inquilinos. Según su mujer, ni ellos ni el administrador tenían constancia de que se estuvieran haciendo obras en el local del edificio afectado.

Un total de 22 personas fueron realojadas en un hostal del paseo de las Delicias. El resto pudo encontrar un hueco en casa de familiares. Nala, el gato de Jorge, tuvo que conformarse con una jaula en la tienda de animales Sentido de la Naturaleza, a pocos metros de su casa.

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