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ELECCIONES 2009 | La campaña
Columna
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Feijóo09 el silencioso

Con la campaña ya lanzada y visto lo visto durante la precampaña, resulta que en el discurso del candidato popular tiene mucho más interés lo que calla que cuanto dice. Sus silencios resuenan más sonoros que cualquiera de sus arengas y nos facilita a los votantes bastante más información sobre el carácter del aspirante. Como buen dialéctico, se dirige a las masas con ese aplomo que torna lo insustancial en esencial y maneja con soltura las habilidades del buen comercial. Uno se lo imagina vendiendo coches en un concesionario y le asalta el convencimiento de que no sería capaz de salir indemne a su retórica. Pero cuando el cliente pregunta eso que no debe, sólo se oyen los sonidos del silencio.

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El candidato Feijó09 ha logrado enredar con habilidad la espinosa cuestión de los debates. Le hemos visto pedir debates tipo liguilla, a dos en una privada e incluso exigir que debatan entre sí sus adversarios. Todo menos aclarar si acudirá o no. Alega en su defensa que en un encuentro a tres sería la víctima propiciatoria de unos rivales conchabados para zumbarle como a un muñeco de pim pam pum. Pero no explica por qué sí aceptó el debate a tres cuando las pasadas municipales Touriño cometió el error de no acudir. Tampoco explica las razones por las cuales consintió otro menage a trois durante las generales. Entonces también eran dos contra uno, pero él no se jugaba nada. Ahora que debe probar su carácter, afronta el partido como los malos equipos que quieren ganar en los despachos lo que no logran en el campo. Su mutismo prueba que concibe los debates como una carta a jugar a conveniencia de los candidatos. No un deber hacia el electorado y su derecho a decidir con la mejor información posible.

El candidato Feijó09 detona cada día un escándalo para embarrar a un bipartito que nos presenta como un cruce entre Melrose Place y Sin tetas no hay paraíso. Todo vale y todo es arrojable a la cara de sus oponentes: sean neveras, sillas, audis o funcionarios. Sin embargo, ni una palabra sale de su boca para valorar la trama de corrupción en torno a su partido. A día de hoy desconocemos si le parece bien, mal, regular o sólo venía a comprar tabaco. Tampoco sabemos si aplaude la nueva estrategia de su partido, donde todo está mal menos el PP: jueces, policías, gobierno, medios. El infierno son los otros, dijo Goethe y acusa Rajoy.

El candidato Feijó09 ofrece regeneración democrática y transparencia frente al averno bipartito. Sin embargo, caído en combate su fichaje estrella por su amnesia fiscal, nada tiene que contarnos sobre los criterios para subirlo a su carro, ni su sagaz afirmación de que con Carrera el dinero de los gallegos estaría en buenas manos. Al parecer una cosa es el presunto lujo bipartito y otra muy distinta las Islas Caimán, conocido paraíso de la gente honrada y decente.

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El candidato Feijó09 fustiga sin cesar el mercadeo del voto emigrante y promete arreglarlo. Sin embargo, guarda silencio sobre los muchos años en que su partido manipuló hasta el aburrimiento esas papeletas que mantuvieron privadas de las mínimas garantías mientras convenía. De lo que cabe deducir que su indignación nace de quién compra, no de ser comprable

El candidato Feijó09 propone ahora la vuelta de la Autopista del Atlántico al control público. Sobre el detalle de que fueran él y su partido quienes la arrojaran a las garras de la privatización sin más criterio que hacer caja, tampoco considera necesario dar explicaciones. Su oferta consiste en pagar con nuestro dinero su mala gestión.

El candidato Feijó09 da su palabra de acabar con el clientelismo en la Administración pública. Tampoco estima oportuno desvelarnos su opinión sobre el largo historial de su partido a la hora de convertir el dedo en principal mérito para acceder al servicio público.

El candidato Feijóo9 entierra su pasado y el de su partido al frente de la Xunta bajo un muro de silencio. Su campaña y su discurso se basan en la ficción de que los populares nunca gobernaron y él mismo nunca fue vicepresidente. Por eso elude el debate. Para no verse forzado a relatar lo que no quiere explicar. Necesita seguir refugiado en su monólogo hasta el 1-M para que su pasado no le alcance.

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