DIARIO DE CAMPAÑA
- Hacia la normalidad
Entre que Ibarretxe no quiere asustar al electorado con aventuras soberanistas y López no quiere movilizar al nacionalismo con una confrontación con el lehendakari, Euskadi asiste a la paradoja de participar en las elecciones más decisivas -el PSE puede ganar al PNV, según los sondeos- y a la vez menos tensas en los últimos 15 años. Nada que ver con la dura confrontación entre el bloque nacionalista y el constitucionalista de 1998 y 2001 o el plebiscito soberanista en que planteó Ibarretxe las de 2005. Euskadi avanza hacia la normalidad antes del 1-M.
- Guipúzcoa, decisiva
Es la provincia más disputada, en la que los sondeos dan empate a Ibarretxe y López, mientras en Vizcaya gana con claridad el PNV y en Álava, el PSE. La indecisión de voto en Guipúzcoa, según el CIS, es alta, del 34%, que recoge un 14% de dudosos entre el PNV y el PSE, que puede ser decisivo el 1-M. El PSE ganó en la provincia, por vez primera en su historia, en las elecciones forales de 2007, y en las generales de 2008 sacó 15 puntos al PNV. Le ayudaron algunos escándalos en este partido. Podrían revalidar si el 1-M movilizan ese electorado. Pero le puede perjudicar el voto nulo de la izquierda abertzale. Un sondeo de Ikerfel, encargado por la diputación, dice que el 26,1% de la izquierda radical apostará por el voto útil y dará un 16,3% al PNV y sólo en 6,3% al PSE. Aralar se lleva el 32,5% y EA, el 16,3%.
- ¿Dónde están?
La política es voraz y si no que se lo pregunten a dos personajes clave de los comicios de 2004: la candidata del PP, María San Gil, y el presidente del PNV, Josu Jon Imaz. San Gil, acogida por FAES, tras su traumática dimisión al frente del PP vasco, marca distancias con el candidato Basagoiti. Tanto, que en el homenaje anual a Gregorio Ordóñez, en enero, fue relegado. San Gil no ha participado en la precampaña ni, hasta ahora, en la campaña. Algunos dudan que vote a Basagoiti. Imaz, presidente de Petronor, ha asumido su papel institucional y ha acudido a actos de todos los partidos. Sigue fiel al ideario clásico del PNV, pero guarda distancias con el causante de su dimisión, Ibarretxe. No se sabe qué votará.
