Con ayuda del pentatlón

Decían en la Federación Española de Atletismo que el empeño de Ruth Beitia en tontear con el pentatlón era bueno para su prueba de siempre, el salto de altura. Que le haría ganar velocidad antes de la batida y mejorar su coordinación durante el salto sobre el listón. Decía su entrenador de toda la vida, Ramón Torralba, que era algo más. Que a la cántabra, de 29 años, le serviría para oxigenarse, para recuperar la ilusión tras dos décadas en lo mismo y unos Juegos Olímpicos decepcionantes. Decían los expertos, obnubilados por la croata Vlasic -que ayer falló estrepitosamente-, que para ser alguien en este Europeo, para tocar las medallas, Ruth Beitia debía saltar al menos dos metros. Se quedó a un centímetro de esa marca, su mejor marca de la temporada, y fue suficiente para meterse la plata en la maleta y recuperar unas sensaciones que no vivía desde hace dos años.

Para llegar hasta aquí la cántabra ha cambiado por completo su sistema de entrenamientos. Si antes todo era altura, altura y altura, técnica para el salto y preparación física, ahora ha añadido a su programa semanal las vallas, el lanzamiento de peso, el medio fondo y la longitud. Y mucha diversión. Y eso que su estreno en el pentatlón, en el último Campeonato de España, acabó en desastre con dos salidas nulas en las vallas.

El resultado de ese cambio de régimen es una saltadora con las mismas cualidades -tiene el récord de España en 2,02m desde 2007 y fue finalista en los Mundiales de ese año y en los Juegos de Pekín-, pero revitalizada. Una mujer que mantiene su figura estilizada -alrededor de 70 kilos en más de 1,90m de altura- y al amor por su deporte. "He recuperado la ilusión por el atletismo", reconocía ayer tras su tanda de saltos.

Tiene su mérito, pues Beitia, que es atleta desde lo seis años, que sigue en su Santander natal y lleva en la alta competición más de una década, es ya una auténtica veterana, la mayor de todas las competidoras de ayer. Pero no ha perdido la garra y sonríe como una debutante.