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Miles de flores en memoria de Jade Goody

Centenares de personas seguían depositando ayer ramos de flores y dedicatorias frente al domicilio familiar de Essex donde el domingo falleció Jade Goody, la estrella de la telerrealidad británica que convirtiera su vida en un lucrativo negocio, incluidos los últimos meses de agonía a causa de un cáncer de útero.

Las cámaras no estuvieron presentes en el momento de su muerte, a los 27 años, aunque ella misma había considerado esa opción en el empeño por extraer los máximos beneficios de su enfermedad para garantizar el futuro de sus hijos. Unas ganancias que rondarían los cuatro millones de euros, según estimaciones de la prensa, gracias al seguimiento televisivo de su tratamiento y las exclusivas de su reciente boda y bautizo en una revista del corazón. Muchos de quienes en su momento tildaron la decisión de obscena han acabado rectificando ante la abrumadora oleada de simpatía que suscita el personaje. El propio jefe del Gobierno, el impopular Gordon Brown, encabezaba los mensajes de duelo en un intento por conectar con el supuesto sentir de la masa, especialmente las clases más modestas donde Goody tenía sus orígenes. Brown ya había expresado sus simpatías hacia la joven días antes de su muerte, un gesto tremendamente populista que protagonizó en plena rueda de prensa sobre los estragos de la recesión económica.

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De aquella chica cuyos modos groseros y falta de educación le procuraron el salto a la fama desde el programa Gran Hermano se alaba ahora la resolución para evitar que sus dos pequeños, de cuatro y cinco años, tuvieran la misma "infancia miserable" que ella padeció. Los mismos británicos que estos días acumulan quejas contra la intromisión en su intimidad que encarna el servicio de Google Street View —la difusión de panorámicas de las calles en 25 ciudades del país— han dejado que el factor emocional imponga un paréntesis al debate sobre el caso Goody y los límites de la privacidad. "Se erigió en una suerte de Lady Di desde el lado erróneo del camino", ha resumido el actor y presentador Stephen Fry sobre ese fenómeno, que tendrá su apoteosis en unos multitudinarios funerales (todavía sin fecha) concebidos por el publicista de la familia, Max Clifford, como el último espectáculo de Jade Goody.

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