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Reportaje:Gran Premio de Australia

Un estirón muy esperado

La fórmula 1 confía en que la voracidad y gran técnica de Vettel, Kubica y Rosberg, ninguno mayor de 24 años, aviven la popularidad de la competición

Oriol Puigdemont

En la fórmula 1 no hay un piloto más apetecible para una escudería que Sebastian Vettel. Lewis Hamilton al margen, el alemán de Red Bull es uno de esos diamantes en bruto que enamoran a los aficionados y, cómo no, también a Bernie Ecclestone, el patrón del gran circo. El magnate británico confía en tipos como Vettel, Robert Kubica (BMW) y Nico Rosberg (Williams) para que se encarguen de avivar la popularidad del tinglado que le ha hecho multimillonario. Y el deseo de Ecclestone pasa irremediablemente porque los tres corredores den esta temporada un paso adelante, el último que les queda para pasar a formar parte del grupo de elegidos que pelearán por los títulos de la próxima década. Aunque a algunos pilotos, como Pedro de la Rosa, probador en McLaren, su protagonismo no les haga gracia: "La mayoría de equipos miran más la edad que el talento. La moda es empezar con 20 años".

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Este trío de corredores tiene varias cosas en común: ninguno supera los 24 años, todos poseen una técnica de manos exquisita y una voracidad tremenda. Aunque cada uno ha seguido una trayectoria particular hasta llegar a la F-1.

A sus 21 años, Vettel exhibe un comportamiento afable cuando se baja del coche, con ese toque intelectual que le otorgan sus gafas y que supone un rara avis en este deporte. Más aún si se atiende a que no tiene representante, sino que es él mismo quien cierra los tratos -"prefiero que sea así", concede Norbert, su padre-. Ocurre que esa imagen de Calculín cambia radicalmente cuando se sube al coche. El año pasado, en Monza, se convirtió en el piloto más joven en alcanzar una victoria (21 años, dos meses y 11 días). El día anterior había hecho lo mismo al conseguir la pole. Ambas hazañas adquieren más trascendencia si se tiene en cuenta que ganó subido a un Toro Rosso, el segundo equipo de Red Bull y uno de los más modestos del certamen. Este curso correrá con los colores de la bebida energética más famosa del mundo, pero son muchos los que ya le vinculan con Ferrari para el futuro.

De confirmarse su fichaje por la Scuderia, Vettel seguiría los pasos de su padrino, Michael Schumacher, que un día llamó a su colega Gerhard Berger, copropietario de Toro Rosso, para advertirle de que había topado con un chaval de 12 años que conducía como los ángeles. "Sebastian va camino de convertirse en una estrella", le piropea Hamilton. "Ha demostrado ser un ganador, y esta temporada tendrá la posibilidad de meterse regularmente en la zona alta", añade el vigente campeón. "El objetivo es ganar, pero no vale con el deseo, hay que ver cómo irán los demás", considera Vettel. "Los cambios en el reglamento pueden conceder nuevas oportunidades", otorga el germano.

Al igual que Seb, Nico Rosberg también tiene pasaporte alemán, pero la mayoría de la hinchada finlandesa le considera un poquito suyo por obra de su padre, Keke, campeón del mundo de 1982. Si Vettel es el más precoz en adjudicarse una carrera, Rosberg lo es en conseguir una vuelta rápida (Bahrein 2006), en el que fue su debut en la F-1. "Todo el mundo me ve todavía como el hijo de Keke. Tendré que ganar dos títulos para que dejen de considerarme sólo eso", comenta Nico, de 23 años. "Si tuviera un McLaren estaría delante todo el tiempo", asegura Frank Williams, el patrón del equipo. "No es tan agresivo como Fernando Alonso. Se parece más a Barrichello. Deja ir mucho el coche", le define Dani Clos, que este año correrá en GP2 y que ya ha realizado varios tests con Williams.

El mayor de estos tres pilotos es Robert Kubica, de 24 años, que afronta su tercera temporada completa a los mandos de un BMW Sauber con una victoria (Canadá 2008) y ocho podios en su palmarés. Con los cambios en el reglamento, Kubica se ha encontrado con un problema de peso. Aunque ha adelgazado unos cinco kilos durante el invierno, los 73 que pesa ahora (mide 1,84 metros) le convierten en el piloto más pesado de la parrilla, y eso hace que incorporar el KERS no sea beneficioso para su monoplaza. Sí lo es para Nick Heidfeld (1,64 metros y 59 kilos), su compañero de equipo, que es el más bajito y liviano de todos. "El año pasado ya demostré lo que soy capaz de hacer", anuncia Kubica. La fórmula uno espera con los brazos abiertos la explosión y descaro de estos tres jovencitos.

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