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EL SOL | En el corazón del rock urbano

Antonio Vega no se olvidó de las letras

Son 19 escalones con una pendiente peligrosamente empinada. Ya se ha despeñado alguien por aquí. La Mala Rodríguez, por ejemplo. Se repuso para la actuación. Unos escalones que desembocan en el camerino más genuino, dos guaridas con un estilo cabaretero que esconden mucha vida, la del pop español (y un pedazo grande del de fuera) de los últimos 30 años.

En un pasillo, cerca de la puerta, se lee: "Hoy como hace 25 años no se me olvidarán las letras de las canciones". Firmado: Antonio Vega, 2004. Y así por los dos cuartos: firmas (la célebre de Jackson Browne, que gracias a una capa de laca se conserva), pegatinas, mensajes, dibujos... Es un espacio cómodo, con su baño, una nevera, taburetes... y muchas historias.

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Historias de camerinos

Como el día que se presentaron por sorpresa los Clash, allá a principios de los ochenta. Cuando tocaron los Strokes, el único grupo que no dejó entrar a nadie. O esa pareja que cerró con llave para darle gusto a la libido mientras el resto del grupo esperaba pacientemente fuera. O los provocadores de Sidonie, que escribieron: "Somos tus putas, llámanos", y debajo un teléfono (verdadero).

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