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¿Cómo se hará el reparto?

El BCE se está convirtiendo en un consumado especialista en el arte de ganar tiempo. Su presidente, Jean-Claude Trichet, dijo hace un mes que en mayo anunciaría las primeras medidas no convencionales -el eufemismo preferido para activar la máquina de imprimir dinero-, en la línea de las que ya han puesto en marcha todos los grandes bancos centrales. Ayer explicó que el eurobanco comprará 60.000 millones en cédulas hipotecarias, en principio dentro del mercado secundario (lo que deja fuera las nuevas emisiones). Ni una palabra más. Trichet emplazó a junio para conocer los detalles de esa operación.

Las incógnitas son numerosas. Y fundamentales para saber si realmente el nuevo mecanismo puede desbloquear el sistema financiero. Para empezar, el BCE ampliará su balance, pero no dice cómo. El Banco de Inglaterra ha optado por ampliar las reservas de los bancos en su balance, pero Trichet no aclaró ese aspecto.

Pero tal vez lo más importante es que la arquitectura institucional de la eurozona complica toda la operativa. El BCE tiene que exponer cómo va a dividir las compras entre los 16 países de la eurozona. Y a qué entidades va a comprar activos. Ésa es la clave: según se decida el reparto, se ayudará más a unos países que a otros, y a unos bancos más que a otros. Pero debe aclarar también qué papel va a aceptar, con qué limitaciones y con qué plazos. E incluso si va a ampliar la cifra inicial, como ha hecho EE UU e hizo ayer mismo Reino Unido.

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