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Reportaje:Athletic-Barça, gran final de Copa

Auto de fe rojiblanco

El Athletic vive la mayor movilización de su historia y recupera una generación perdida

Ni los más viejos del lugar, que poblaron las vitrinas del museo del Athletic, ni los menos viejos, que vivieron tardes menos sonadas pero importantes (subcampeonatos de Liga, competiciones europeas), ni los más jóvenes, que no vivieron ni lo uno ni lo otro, conocieron algo similar a la movilización despertada por esta final de Copa, 24 años después de la última disputada [perdida contra el Atlético].

¿Presión o impulso? Se sabrá hoy en Mestalla, pero más allá de los 35.000 aficionados rojiblancos que se esperan hoy en Valencia está la movilización interna, en la propia Vizcaya y en su capital, Bilbao. El despliegue de pantallas gigantes, de banderas y banderolas, de refuerzos de servicios públicos, de acopio de víveres y bebidas en los bares, cafeterías y restaurantes...

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Se espera una larga noche en Valencia, pero sobre todo se espera una larga noche en Bilbao, donde 40.000 aficionados llenarán San Mamés para seguir la final a través de seis pantallas gigantes. Y así en todos los pueblos de la provincia.

Nunca se vivió nada igual. Lo único comparable fueron las dos gabarras que el Athletic sacó cuando ganó las dos Ligas de 1983 y 1984 y una Copa con Clemente como entrenador. Pero eso fue después del partido, con el éxtasis de la victoria, no con la euforia de lo previo. Los colchones, que dicen que se vendían para asistir a las finales en los tiempos gloriosos, han pasado a la historia. El impulso sociológico de la final es indudable. Una generación completa se ha perdido un acontecimiento que los libros reflejaban como algo habitual en los años cuarenta y cincuenta. Y, ante el temor de lo irrepetible, no quiere esperar otro cuarto de siglo para vivir lo que nunca conoció. La final de Copa es el territorio donde el Athletic mejor expresa el sentimiento de pertenencia. El aluvión ha sido tal que el club ha tenido que soportar críticas de los socios, de los ex jugadores, de patronos e incluso de directivos por el difícil reparto de las escasas entradas disponibles.

Pocos se paran a pensar en las posibilidades del Athletic para ganar la final al Barcelona. No es un segundo plano, pero llegar a la final ha sido lo máximo, la reafirmación de un auto de fe que hasta ahora se había confirmado en la UEFA o en la agónica lucha con el Levante por eludir el descenso hace dos temporadas. La adrenalina se ha desbordado. La de los jugadores también está en su máximo nivel. La responsabilidad es compartida en la mayor movilización de la historia del Athletic.

La carpa montada en el cauce del Turia para los hinchas.
La carpa montada en el cauce del Turia para los hinchas.C. FRANCESC

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