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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Píldora contra la angustia

La píldora poscoital está permitida en España desde hace ocho años. El acceso a ella es, sin embargo, desigual y, en muchas ocasiones, desesperante. Es un método anticonceptivo de emergencia que tiene mayor efectividad si se toma dentro de las 24 horas siguientes al coito. El perfil mayoritario de las 500.000 mujeres que la toman cada año corresponde a jóvenes tras un contacto sexual de fin de semana.

Las que viven en 10 comunidades autónomas pueden obtenerla de forma gratuita en la red sanitaria pública. Las que viven en el resto del país deben informarse en tiempo récord del lugar idóneo al que acudir, casi siempre un centro de planificación familiar, donde le recetarán el fármaco, que tendrá que pagar. El Gobierno ha anunciado que será dispensada en farmacias sin receta médica. Cumple así una promesa electoral y da respuesta a la propuesta de las sociedades de ginecología y las de contracepción y se reduce la actual desigualdad territorial, aunque no la elimina del todo porque no extiende la gratuidad. La medida forma parte de la llamada estrategia de salud sexual y reproductiva, que incluye también campañas de información sexual, promoción de preservativos y ampliación del aborto. Es un indudable avance a favor de la salud reproductiva y de la libertad de elección de las mujeres.

Más información
La Sociedad de Contracepción apoya la venta de la 'píldora del día después' sin receta médica
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Sin embargo, no hay que echar en saco roto la opinión del Consejo General de Colegios de Médicos de que la libre dispensación pondrá fin a la labor de orientación e información personalizada que desarrollan algunos de los centros de planificación familiar. Es de esperar que el desarrollo de la norma y las campañas informativas sean capaces de suplir tales carencias, porque la píldora es cara (20 euros) y no es el anticonceptivo más seguro. No se entiende la virulenta reacción del PP, que abrió la puerta a la píldora en 2001 y que ahora, en contra de la opinión médica, rechaza la dispensación libre poniendo el acento en las contraindicaciones del fármaco.

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