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Reportaje:La fiesta del patrón

Sol, música y mucha cerveza

Miles de jóvenes abarrotan la explanada del Paraninfo para asistir a los conciertos del Universimad

"¡Manos arriba!". No era un atraco, pero el grito de respuesta fue unánime. Era el público del Langui y sus amigos de La Excepción, que cerraron anoche el Universimad. Los de Pan Bendito no defraudaron a sus incondicionales que, tras 12 horas de música ininterrumpida, cantaron y movieron sus manos al ritmo de las rimas incisivas de La Excepción.

El plato fuerte de ayer eran sus versos nocturnos y hip-hoperos, pero la música sonó durante todo el día en la Ciudad Universitaria. Desde las doce del mediodía, pop, mestizaje, hip-hop, rock y folk animaron el San Isidro más juvenil. En su sexta edición, el festival primaveral congregó a miles de jóvenes en su entorno más familiar: la universidad. Se notaba ya en el metro, camino de Ciudad Universitaria, con los vagones animados por pandillas de veinteañeros pertrechados para la ocasión. Las bolsas de plástico llenas de botellas y hielos no podían faltar.

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La música recibía al salir a pie de calle, con baterías atronando desde los dos escenarios del Universimad. Hasta llegar al recinto, cualquier sombra era buena para "tomar un refresquito", como comentaban unos estudiantes vaso de cerveza en mano.

Si en la pradera de San Isidro lo dominante era el chotis, en el Paraninfo de la Complutense, una gran explanada polvorienta a pleno sol, había música para todos. Desde el guitarreo indie de Havaline por la mañana a los más rockeros Sidecars, que a las siete iniciaron la tanda de conciertos más esperados. Tras ellos, Le Punk se mostraban "contentos por tocar frente al futuro de la nación", para preguntar luego con sorna si había algún funcionario entre el público. No obtuvieron respuesta, aunque haber, había de todo. Rubios erasmus con sandalias y la piel roja de tanto sol, algún chulapo de gorra y chaleco despistado... Pero lo que más se veían eran jóvenes con un mini de cerveza en la mano, vaqueros caídos y zapatillas llenas de polvo.

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Esto dentro del recinto. Porque fuera, hasta que fue cayendo el sol y las botellas se fueron vaciando, había toda una fiesta alternativa. "Con la crisis hay que ahorrar", era la respuesta generalizada en las decenas de grupos que aprovechaban cualquier hierba a la sombra de los alrededores del Paraninfo para hacer su botellón. Luego entraban según iban tocando sus grupos favoritos. Ahí también había para todos los gustos. "We Are Standard son brutales", comentaba un chico con gafas de pasta. "¡Qué guapo tío!", gritaba otro al oír las personalísimas letras de Javier Corcobado. Antes hubo tiempo también para la 31ª edición de los Premios Rock Villa de Madrid, que ganó Idealipstick, de Guadalajara.

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