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Entrevista:ISABEL COIXET | Directora | 62ª edición del festival de Cannes

"Quería el sexo fuera de la cama y con mucha luz"

Rocío García

Sexo y misterio son los dos componentes con los que por primera vez ha jugado la realizadora Isabel Coixet en su película Mapa de los sonidos de Tokio, que hoy cierra el concurso del Festival de Cine de Cannes. Sexo directo, sin sábanas y con mucha luz, y mucho misterio y silencio, en ocasiones atronador, en torno a los personajes protagonistas de esta historia que transcurre en Tokio. Un hombre y una mujer, Sergi López y la japonesa Rinko Kikuchi, que unen sus destinos a través del sexo.

Es la primera vez que Coixet, barcelonesa de 49 años, compite en Cannes. Y cuando hoy presente Mapa de los sonidos de Tokio ya habrá conseguido algo importante: que la película se haya vendido a numerosos países por el hecho de haber sido elegida para la sección oficial. Su estreno coincide con una edición muy potente junto a algunos de los mejores cineastas vivos, entre ellos Pedro Almodóvar, al que ella califica como "piedra angular de Cannes".

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Pero la sensación de Coixet estos días es la de ser como Cenicienta, con un traje prestado de Lanvin y unos zapatitos de cristal con los que subirá hoy esa gran escalinata de la alfombra roja, a bordo de una calabaza que le han alquilado. Eso sí, una Cenicienta mezcla de nervios y felicidad. "El hecho de estar en una selección de películas rodeada de estos grandes realizadores lo puedes vivir como una responsabilidad que te agobia o como un honor. Yo me lo tomo como un honor. Sé que este año -y el cineasta que diga lo contrario miente- todo el mundo quería estar en Cannes, en una edición con películas acabadas de tantos directores consagrados. A mí me hace una ilusión tremenda competir con Tarantino, al que admiro muchísimo. Es verdad que el envoltorio de Cannes me incomoda un poco, pero por otra parte es un gustazo estar ahí". Pero los nervios han aparecido de repente. Mientras habla con un amigo por teléfono, en el luminoso estudio que tiene en Barcelona, le confiesa la tranquilidad que sentía los días pasados y la angustia que la corroe ahora. "Reza, reza por mí", le pide con risa nerviosa.

Coixet habla de una iluminación cuando se refiere a la génesis de Mapa de los sonidos de Tokio. Fue hace cuatro años, cuando viajó a la capital japonesa al estreno de La vida secreta de las palabras, cuando de madrugada fue a visitar, como todo turista que se precie, el famoso mercado de pescados Tsukiji. Le impresionó mucho el ambiente, el lenguaje tan diferente que se emplea allí, los olores. Cámara fotográfica en mano, Coixet fue disparando sin problemas hasta que se topó con una joven que limpiaba con una manguera los trozos de pescado tirados en el suelo. "La chica se enfadó mucho al ver la cámara y me prohibió de manera muy dura que le sacara ninguna foto. Evidentemente, no lo hice, pero luego por el camino, en el metro, me puse a elucubrar y a pensar en el porqué de su negativa. Pensaba en sus botas de agua chapoteando en el hielo deshecho y en la sangre de los atunes recién cortados. Supe entonces que quería contar la historia de una mujer con una doble vida: una mujer solitaria y misteriosa que trabaja en el mercado de pescados limpiando y que, esporádicamente, es una asesina a sueldo".

Así nació el personaje de Ryu, interpretado por Rinco Kikuchi, la chica sordomuda de Babel, de Alejandro González Iñárritu. Y a su lado, Coixet puso a Sergi López en el papel de David, un español que posee un negocio de vinos en Tokio y al que un poderoso empresario acusa de ser el causante del suicidio por amor de su hija. El empresario contrata a Ryu para matar a David.

El encuentro de Ryu y David es toda una bomba de relojería. Tal y como quería Coixet, con el sexo como inicial nexo de unión en un Tokio alejado de las grandes moles y centrado en los rincones más secretos y silenciosos de la gran ciudad, en esos espacios que quedan entre los edificios y donde se esconden los ecos del pasado. "Es muy importante el sexo en esta película, pero quería un sexo sin sábanas y con mucha luz. Si ruedas secuencias de sexo en una cama siempre acabas haciendo lo mismo. Es un duelo extraño entre ese hombre y esa mujer que buscan cosas diferentes. Él utiliza el sexo para olvidarse de su novia y ella le sigue el juego. El sexo no es gratuito, es parte de la vida. Al final, lo que siempre es más erótico es el brillo del deseo real en los ojos de alguien. Eso es lo que yo quería mostrar y lo conseguimos, pero no de manera fácil". Para ello, Coixet rodó estas secuencias en un hotel del amor, de los muchos que existen en Tokio y al que se accede por horas para tener relaciones sexuales, en una habitación decorada como si de un vagón de metro de París se tratara.

"El cine es como la vida. No vamos a fingir que no sabemos ni comer, ni follar, ni besar. Yo no soy una directora que hace el papel a los actores, no les doy el tono. Lo que hago es intentar explicarles las cosas que les pasan a unos personajes que yo he creado, pero que no están alejadas de nuestras vidas. Básicamente lo que hice con Rinko y Sergi fue cocinarles montones de pasta boloñesa y darles confianza y cariño. Creamos una intimidad muy bonita"."Sé que este año todos querían estar en Cannes. Para mí es un honor" "Siempre es más erótico el brillo del deseo real en los ojos de alguien"

Isabel Coixet, el miércoles en su estudio de Barcelona.
Isabel Coixet, el miércoles en su estudio de Barcelona.CARMEN SECANELLA
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