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Reportaje:

"Si proteges a Verdasco, verás algo increíble"

Gil Reyes recuerda cómo Agassi le convenció para que preparase al tenista español

"La única música que permito en mi gimnasio son mis gritos y sus respiraciones. Es todo. No quiero distracciones. Se lo digo a todos: 'Si quieren música y bailar, váyanse con Richard Simmons [profesor de aeróbic por televisión]. Se confundieron conmigo. Aquí vienen a soñar despiertos. Y con los sueños traigan el trabajo". Las palabras de Gil Reyes, gurú de la preparación física, suenan en los sótanos de la pista Suzanne Lenglen.

No es un escenario casual. Reyes espera a que Fernando Verdasco se acerque a hablar con él. Terminada la conversación, el número ocho del tenis debuta en París y deja "frustrado" a Florent Serra (6-2, 6-1 y 6-4). Son las consecuencias de su trabajo con Reyes en Las Vegas. "Nos entrenábamos fortísimo", explica éste. "Abre tu corazón y déjatelo aquí", le decía. "Después, nos íbamos a mi casa a tocar el piano: John Lennon, Imagine. Tocábamos y le decía: 'Cuanto más explores tu cerebro y tu corazón, más hombre serás. Edúcate. Vas a ser el mejor, pero no eres sólo un tenista".

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"Iba mucha veces a los torneos a ver si hacía un buen resultado", asiente Verdasco; "ahora estoy convencido de mis posibilidades. Si no confío yo en mí, no lo hará nadie y nunca daré el salto de meterme en el top cinco. Es importante creer que puedes".

Antes de que Reyes y Verdasco se unieran, antes de que el español ganara ocho kilos de músculo, de que llegara a las semifinales del Abierto de Australia y se plantara en Roland Garros, donde ayer Karlovic disparó 55 aces, récord absoluto, para perder contra Hewitt (6-7, 6-7, 7-6, 6-4 y 6-3), Andre Agassi, ganador de ocho grandes y discípulo de Reyes, ya había catalogado al madrileño. "Mira a ese potrillo", decía; "es muy bueno, pero no juega con seguridad, sólo con talento. Si se dedica a ser todo lo que puede ser, será muy bueno". ¿Qué pasó entonces? "Que recibí la llamada de Verdasco", cuenta Reyes; "y Andre me dijo: 'Gil, cuídalo, protégelo, porque, si lo haces, verás algo increíble. Con la fuerza de su físico le puedes ayudar a desarrollar la confianza. Lo que ha hecho hasta ahora no es bastante para elevarse hasta el nivel al que pertenece. Debe empezar de nuevo".

Y a ello se pusieron Reyes y Verdasco. "Fernando tuvo que entender qué significaba toda esa fuerza para un tenista", dice el preparador físico, un encantador de serpientes, sobre sus dos horas de trabajo diario; "es igual que si te compras una pistola: tienes que entenderla, respetarla y saber cuándo y cómo usarla. Hay mucho de filosofía en el trabajo físico: las piernas fuertes obedecen; las piernas débiles te dominan, te demandan que tires la toalla. En el tenis, el 70% son piernas. El 30%, el resto. Fernando tuvo que entender que podía hacer más y que iba a tener que ser un jugador diferente. Alguien que se impusiera sobre la cancha, que se adueñara de ella, no sólo con su derecha y su saque, sino con todo. ¡Con todo! Descargando las pistolas completamente".

Ahora Verdasco es un pistolero: sólo pierde contra los cuatro mejores del mundo. En su dirección avanzan en el torneo. Hoy Rafael Nadal debuta contra Marcos Daniel. Le seguirá Roger Federer ante Beto Martín.

Luce alto el sol en Roland Garros. Se entrena el número uno picado por haber perdido un set de exhibición: "Me ha hecho ir al entrenamiento más atento". Y, mientras el caos gobierna el tráfico en la Porte d'Auteuil, París se prepara para la batalla de los españoles: Nadal, Verdasco, Ferrer y Almagro van por el mismo lado del cuadro.

Verdasco devuelve una bola ante el francés Serra.
Verdasco devuelve una bola ante el francés Serra.EFE

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