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Reportaje:Roland Garros

"Nadal me recuerda a mí mismo"

Hewitt califica al español, al que se enfrenta hoy, de "atleta increíble"

Así empieza la relación entre Rafael Nadal y Lleyton Hewitt, un día infernalmente caluroso de 2004 antes incluso de que se conozcan. "Este tenista español es una promesa endemoniada y muy talentosa por lo que he visto y oído", dice el australiano mientras espera al mallorquín como rival en el Abierto de su país, el primer torneo del Grand Slam de la temporada. Gana Rusty, el entonces número uno de ojos incendiados, ése que gana partidos con la mente, corriendo y gritando, siempre batallando.

Hewitt y Nadal vuelven a cruzarse en el camino un año después en el mismo escenario. "¡Está hambriento!", avisa el aussie, igual que si reconociera a uno de los suyos. "Ama salir ahí fuera y jugar los partidos grandes. Es algo que respeto en alguien tan joven como él por la forma en la que se enfrenta a esa situación. Es increíble. No creo que jugar contra mí vaya a asustarle mucho. Insisto, está hambriento. Es intenso, competitivo. Además, alguien bueno para el juego. Me sorprendería si no ganara Roland Garros algún día". De nuevo, ganó Hewitt en aquel 2005. Y, describiendo a Nadal, se describió también a sí mismo.

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Nadal es puro granito

Hoy se encuentran otra vez frente a frente en la tercera ronda de Roland Garros, el grande sobre tierra batida. Pero han pasado cuatro años y los papeles se han invertido. Es lo mismo. Nadal, el actual número uno, olfatea el peligro: sólo cinco jugadores le han ganado un set en su trayectoria victoriosa en la capital francesa. A uno de ellos le puso Hewitt su firma.

París, 27 de mayo. Hewitt, de 28 años, se aleja con una cojera casi imperceptible. Hace dos días que superó 55 aces de Karlovic para ganar su partido de la primera ronda. Hoy él es quien se siente hambriento, listo.

¿Qué mantiene jugando a un ex número uno? "Los torneos del Grand Slam", sentencia. "Sigo encontrando motivación en los grandes. Para ellos hago todo el trabajo duro. Por ellos sigo jugando. Para tener la posibilidad de ganar a los mejores en los escenarios más importantes. Eso me hace crecer con fuerza. Disfruto del reto", argumenta.

Hubo un tiempo en el que los paralelismos entre Nadal y Hewitt fueron innegables. Dos jóvenes llegando a la élite antes de cumplir los 20 años. Dos campeones de grandes antes de afeitarse. Dos tenistas corajudos que hacen de todos sus partidos una batalla: innegociable el esfuerzo, fuerte siempre la apuesta pese a las quejas del cuerpo, los dolores del alma o los gritos del cerebro.

"Nadal me recuerda un poco a mí mismo", dice el que fuera campeón de los Abiertos de Australia y Estados Unidos, operado de la cadera a finales de 2008 y, ante todo, un luchador que este año abandonó su puesto entre los 100 mejores del mundo. Ahora vuelve a estar entre ellos, el 48º, con un título -Houston, sobre tierra, celebrado en la pista con sus niños- incluido.

"En nuestro primer partido ya se podía ver que Nadal tenía algo especial por cómo se aproximaba a su juego. Es un atleta increíble. Siempre creyó en sí mismo. Por eso ha sido capaz de lograr tantos éxitos siendo muy joven", reflexiona Hewitt antes de marcharse a escuchar los consejos de Tony Roche.

No se siente el favorito. Piensa que ha hablado demasiado. Ése es el asunto. "Yo me preocupo de lo mío, no de lo suyo", matiza.

¿Y Nadal? Diciendo algo muy parecido: "Siempre es muy duro jugar contra Hewitt. Pero, si juego mi mejor tenis, tendré mis oportunidades".

Lleyton Hewitt, durante su partido en París frente al kazajo Andrei Golubev.
Lleyton Hewitt, durante su partido en París frente al kazajo Andrei Golubev.REUTERS

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