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La catástrofe del vuelo AF-447

La desesperada búsqueda de la 'caja negra'

Antonio Jiménez Barca

Encontrar la caja negra del vuelo AF-447, clave para saber los motivos de la misteriosa desaparición del avión en el Atlántico, será una misión muy complicada, quizás la más difícil desde que se llevaron a cabo los trabajos para recuperar los restos del Titanic, el transatlántico de lujo hundido a 608 kilómetros de Terranova en 1912.

La caja negra, que en realidad está compuesta por dos aparatos que contienen grabaciones de conversaciones de los pilotos y otros datos, emite señales de localización cuando entra en contacto con el agua, pero sólo durante 30 días. Además, encontrarla en la zona en la que se sospecha que cayó el Airbus no es fácil. El lugar es de difícil acceso: está muy lejos de la costa y estas aguas alcanzan los 4.000 metros de profundidad, o más. Todo un reto para los robots submarinos que deben encontrar la caja negra.

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"Es muy probable que las grabaciones sigan intactas tras el accidente, pero el principal problema será encontrarlas", afirma Derek Clarke, de la firma Divex, que diseña y construye equipos submarinos. "Hay que tener en cuenta el tiempo que costó encontrar los restos del Titanic, y estas piezas son mucho más pequeñas; es como buscar una aguja en un pajar", añade. El Titanic fue hallado en 1985 a más de 4.000 metros de profundidad.

La tecnología ha avanzado mucho desde entonces. Las cajas negras disponen de una baliza que se activa cuando el aparato se sumerge en el agua y que puede trasmitir desde unos 4.300 metros de profundidad, según el Consejo Nacional de Seguridad del Transporte de Estados Unidos. También se emplean sónares y nuevos programas informáticos.

Muy pesimista se muestra Neil Wells, experto en oceanografía y meteorología del Centro Nacional Oceanográfico del Reino Unido, que calcula que la caja negra puede estar incluso a más de 4.000 metros de profundidad. "No hay dudas, este trabajo va a llevar al límite la capacidad de la tecnología actual", afirma. La industria petrolífera tiene los equipos de rastreo submarinos más sofisticados, pero suelen emplearse a menos de 3.000 metros. Según un informe de la Armada estadounidense, es posible recuperar restos de aviones hasta a 6.000 metros de profundidad.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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