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El goteo que no cesa

Algunos corredores españoles parecen empeñados en cargar de argumentos a quienes, desde el balcón de los Pirineos, se asoman con escepticismo para contemplar la época dorada del ciclismo español, un pelotón que en la última década ha conquistado cuatro ediciones del Tour de Francia (las otras siete las ganó Lance Armstrong), seis Vueltas a España, un Giro de Italia y cuatro campeonatos del mundo, amén de saltar otros obstáculos que parecían casi inexpugnables (las clásicas de las Ardenas) y de superar pánicos casi atávicos, concentrados principalmente en las grandes clásicas del norte.

Desde que, en 2005, Roberto Heras, positivo por EPO, fuese desposeído de su cuarta victoria en la Vuelta, la lista de escándalos en los que se han visto implicados ciclistas nacionales es larguísima. Ese mismo año, también en la Vuelta, otro ganador de la ronda hispana, Aitor González, del Euskaltel-Euskadi, dio positivo con un anabolizante. Ambos colgaron la bicicleta, una decisión que, muy posiblemente, adoptará en las próximas fechas un ex campeón mundial, Igor Astarloa, que el pasado mes de junio tuvo el dudoso honor de convertirse en uno de los cinco primeros ciclistas delatados por el pasaporte biológico. De los otros cuatro cazados, dos eran también españoles: Rubén Lobato, ya retirado, y Ricardo Serrano. Este último volvería a dar positivo con CERA pocas semanas después, en la última edición de la Vuelta a Suiza. En otro control sorpresa en el mes de abril fue sorprendido el mallorquín Toni Colom, que había firmado un sensacional inicio de campaña, con victorias en la Vuelta al Algarve y podio en la Vuelta al País Vasco. Le delató, cómo no, la EPO, la misma sustancia que en el Tour del año pasado emborronó la carrera de un ilustre veterano, el jiennense Triki Beltrán, y arruinó la de un prometedor escalador, el salmantino Moisés Dueñas. También cayó, en 2007, Iban Mayo, ganador de etapa en Alpe d'Huez. Por no citar a la legión de ciclistas implicados en la Operación Puerto.

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La ruina del Euskaltel

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