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Reportaje:música

El toque interior de Vicente Amigo

El guitarrista cierra con brillantez el programa de galas flamencas de La Unión

Vicente Amigo es hoy una garantía de calidad y de éxito. En La Unión lo saben, y el concierto que el martes cerraba las galas del XLIX Festival Internacional del Cante de las Minas lo subrayó una vez más: el público abarrotaba el recinto, el antiguo mercado público y se rindió al toque íntimo y sentido del guitarrista cordobés, que volvía con disco nuevo, Paseo de gracia.

Vicente Amigo, formado junto a Manolo Sanlúcar, pertenece emocionalmente a todo lo que representa Paco de Lucía: esa manera atrevida de entender el flamenco, y su tradición, más allá del magisterio básico de Niño Ricardo. Sin embargo, el toque de Amigo se ha distinguido, frente al rítmico y más externo de Paco de Lucía, por la interiorización sentimental. Es cierto que en los últimos años había derivado hacia un toque más cercano al del maestro gaditano.

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Pues bien, en La Unión Amigo ofreció un amplio repertorio de sus dos caras: ritmo y profundidad personal, sonoridad acústica y, al tiempo, el regusto del toque para sí mismo. Y el público lo entendió y lo agradeció. Vicente Amigo, que se dio a conocer, precisamente, en el Festival de La Unión, en 1988, ha sido el homenajeado de esta edición, y ayer recibió el máximo reconocimiento protocolario que concede el certamen: el Castillete de Oro.

La guitarra ha sido, quizás, lo más destacado de esta edición del certamen, que el próximo año cumplirá sus primeros 50 años con excelente salud. Antes que Amigo actuó el guitarrista cartagenero Carlos Piñana. Aunque de distintas generaciones se conocen y admiran. Carlos pertenece a una saga que viene de su abuelo, Don Antonio Piñana, considerado uno de los patriarcas de los cantes mineros, cofundador de este festival en 1961 y primer ganador del mismo. Carlos consiguió aquí el Bordón Minero (primer premio de guitarra) en 1961. El pequeño de los Piñana es un músico fuera de lo común, con formación académica, gran compositor, con un sentido melódico y de la armonía excepcionales, lo que se agradece en un momento en que los guitarristas flamencos se han convertido en casi atonales y andan faltos de criterio armónico y de estructura musical.

Piñana vino a La Unión con una formación sobria: bajo eléctrico, violín y percusión, lejos de las formas sinfónicas que había propuesto los últimos años. Y el concierto fue de gran altura: íntimo y profundo, con momentos brillantísimos como el de las alegrías, la farruca o la guajira. Carlos Piñana no fue, ni mucho menos, su telonero, al contrario: le dejó el listón muy alto.

Otro de los platos fuertes de esta edición -que anoche inició la primera fase del concurso, que concluirá el próximo sábado con la concesión de los premios, entre ellos el máximo galardón: la Lámpara Minera- ha sido la participación en las galas de jóvenes valores que emergen en el mundo flamenco, entre ellos los onubenses Guillermo Cano y Argentina.

El baile ha estado representado por Rafael Amargo, que aquí presentó su espectáculo Tiempo muerto, un montaje que resultó un tanto pedante y desordenado.

El guitarrista sevillano Vicente Amigo, durante su actuación el martes en el Festival Internacional de Cante de las Minas.
El guitarrista sevillano Vicente Amigo, durante su actuación el martes en el Festival Internacional de Cante de las Minas.EFE

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