Un nacionalista impopular
Con un índice de popularidad del 20%, el primer ministro japonés, Taro Aso, ha visto cuestionada su capacidad para liderar el país desde que asumió el cargo en septiembre del año pasado. Sus excesos verbales, los escándalos en su Gabinete y una gestión errática de la crisis económica han debilitado su imagen. Aso, de 68 años, procede de una de las familias más ricas e influyentes de Japón. Su abuelo y su suegro ocuparon también el cargo de primer ministro. Es el primer católico que lidera un país de mayoría sintoísta y budista.
Su partido, dividido por las luchas intestinas, confía en que su retórica nacionalista atraiga a las urnas a las bases conservadoras. Defensor de las posturas más duras contra Corea del Norte, Aso aboga por fortalecer la posición internacional de Japón y en el pasado ha sido muy crítico con el ascenso chino y ha calificado el incremento del gasto militar de Pekín como una amenaza.