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Crónica:Tercera jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

A la velocidad de Messi

El Barça golea al Atlético en el Camp Nou después de una efectiva actuación presidida por el genio del argentino

Ramon Besa

Desde la racionalidad y efectividad futbolística más absoluta, el Barça abatió a un Atlético presa de un ataque de locura, víctima de su propia generosidad si se quiere, respetuoso con el espectáculo y la historia, que siempre resuelve los duelos de ambos equipos con estruendosas goleadas y jugadas excepcionales. Jugaron los rojiblancos a pecho descubierto, dispuestos a intercambiar golpes desde la alineación, y salieron amoratados, porque los azulgrana son un equipo más ofensivo y equilibrado, mejor armado y acertado -cinco goles en seiete remates-, y desde luego mucho más cuerdo. El atrevimiento de Abel con la formación permitió el lucimiento del plantel de Guardiola, que recuperó una de sus mejores versiones, tanto desde el plano colectivo como individual, sobre todo por el protagonismo de Messi, desequilibrante como pasador y rematador. Los azulgrana se desplegaron a la velocidad de la luz, como en los mejores tiempos, nada que ver con los últimos partidos, cuando costaba resolver las jugadas más sencillas. Definitivamente, los duelos con el Atlético son diferentes, rocambolescos, siempre saldados con goles.

BARCELONA 5 - ATLÉTICO MADRID 2

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué (Márquez, m. 74), Chigrinski, Maxwell; Xavi (Iniesta, m. 64), Busquets, Keita; Messi, Ibrahimovic (Pedro, m.88) y Henry. No utilizados: Pinto, Puyol, Abidal y Touré.

Atlético: Roberto; Perea, Pablo, Ujfalusi, Antonio López; Maxi, Assunçao (Koke, m.71), Jurado, Simao (Cléber Santana, m.56); Agüero (Sinama, m.73) y Forlán. No utilizados: De Gea, Valera, Juanito y Reyes.

Goles: 1-0. M. 1. Ibrahimovic. 2-0. M.16. Messi. 3-0. M. 30. Alves, de falta directa. 4-0. M. 41. Keita. 4-1. M. 44: Agüero. 4-2. M.83. Forlán. 5-2. M. 92. Messi.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Simao, Ujfalusi, Chigrinski y Pablo.

Camp Nou: 75.228 espectadores.

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Incluso los mejores porteros precisan de una intervención, ya sea sencilla o de mérito, para calentar y adquirir confianza cuando comienza el partido. A Roberto, un debutante, no le dieron ni tiempo de ponerse debajo de los palos: Henry remató al travesaño al poco de sacar de centro y al minuto Ibrahimovic ya había dejado el balón en el red. Un gol extraordinario por el gesto técnico del delantero y porque respondió al ideario futbolístico del entrenador: el balón salió de Valdés para Mawxell, el lateral lo dejó a pies de Busquets y el pivote profundizó para el ariete, sensacional en el giro a espaldas de los centrales y preciocista en el toque con la puntera sobre la salida del meta.

Atacaba tan bien el Barça como mal defendía el Atlético, así que los remates y los goles fueron cayendo sin parar en el marco del pobre Roberto. La sincronía de los medios con los delanteros azulgrana contrastaba con la negligencia rojiblanca a la hora de tirar la línea del fuera de juego y achicar los espacios. Busquets y Xavi habilitaban reiteradamente a Ibrahimovic y Messi, que celebró su renovación con un tanto de una ejecución precisa porque antes de rematar a puerta vacía regateó al meta con un control con el pecho.

Partido por la mitad y diseminado en su cancha, el Atlético alcanzó el área contraria con una cierta asiduidad y también de manera desenfocada, habilitado un par de veces por Chigrinski, que jugó más como un delantero que como un defensa, sobre todo por el riesgo que tomó en cada maniobra, a veces de forma innecesaria y en otras con la jerarquía propia del mejor libre.

La respuesta barcelonista a cada llegada de los atacantes del Atlético fue terminal. Alves transformó un libre directo con un tiro cruzado, duro y seco, y Keita coronó una jugada excepcional de Messi. La pulga recibió la pelota de Ibrahimovic en el lateral derecho del área y no la soltó hasta ponerla a pies de Keita después de darse una vuelta completa en una baldosa apoyado en hasta cuatro toques con su zurda.

Messi no sólo resuelve los partidos sino que genera momentos de una expectación solemne, situaciones que se escapan de la normalidad, ajenas incluso al marcador. No importa si la pelota acaba o no en la red sino que se celebra el suspense que crea la pulga con la pelota atada a su prodigiosa zurda.

A la soberbia actuación de Messi se unió más tarde Iniesta, justamente cuando el partido se apagaba, cosa lógica después de una primera parte exhuberante, cerrada con un gol de Agüero después de un error de Busquets. Los futbolistas se tomaron el segundo tiempo para descansar mientras los entrenadores cambiaban piezas y economizaban esfuerzos. Apenas se contaron oportunidades, y la gente reparó sobre todo en Iniesta y Márquez, dos futbolistas que salen de dos serias lesiones. Ambos son imprescindibles porque los cambios de orientación del mexicano resultan tan desequilibrantes como la versatilidad del manchego, un jugador de una gran riqueza técnica.

A falta de ritmo de partido, no quedó más remedio que reparar en los jugadores, y sobre todo en los especialistas. Ayer, por ejemplo, no era el día de Forlán, un goleador que la tiene tomada con los arietes del Barça cuando se trata de competir por la Bota de Oro. Anoche el punto de mira del uruguayo estuvo muy desviado hasta el último momento cuando enganchó un remate que le permitió a su equipo disimular una derrota que se daba por descontada desde la salida. Merecía marcar el Atlético después que el Barça no rematara ni una sola vez en la portería. A Messi, sin embargo, le debió molestar el tanto de Forlán y se marcó un último gol con su pierna derecha para constatar que era el único rey de la noche.

Vivió el Barça de una renta ganada de forma tan racional como autoritaria, virtudes propias de un campeón y también lider.

Messi celebra uno de sus goles al Atlético.
Messi celebra uno de sus goles al Atlético.REUTERS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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