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El desafío iraní

Obama quiere que la OIEA entre en las instalaciones antes de dos semanas

EE UU habla de "un comienzo constructivo", pero quiere medidas concretas

Antonio Caño

Barack Obama calificó las conversaciones de Ginebra ayer como "un comienzo constructivo", pero advirtió que Irán tiene ahora que tomar medidas claras y rápidas para garantizar al mundo que su programa nuclear tiene únicamente fines pacíficos. De lo contrario, advirtió el presidente norteamericano, "EE UU está preparado para incrementar su presión" sobre el régimen islámico.

Se reduce la tensión y se ablanda la resistencia iraní. Las cosas no parecen haber salido mal, sobre todo teniendo en cuenta el pesimismo con el que la delegación norteamericana acudía al primer encuentro directo con el Gobierno iraní desde la ruptura de relaciones por el secuestro de diplomáticos estadounidenses en Teherán en 1980.

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"Se trata de un comienzo constructivo que debe ahora de verse acompañado de acciones constructivas", declaró Obama en una comparecencia inesperada ante los periodistas con la que pretendía ratificar lo que puede considerarse un éxito, relativo y provisional, de su política exterior.

Obama ha contenido por ahora a Irán y, aparentemente, le ha obligado a ese país a abrir sus instalaciones nucleares a los inspectores extranjeros. Si es así, y eso sirve para asegurarse de que Irán no construye armas atómicas, el éxito sería entonces definitivo. Si no es así, si el Gobierno islámico prosigue pese a todo su programa nuclear de forma clandestina, todo esto sólo habrá servido para que Irán gane tiempo.

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"Nuestra paciencia no será infinita", anticipó Obama, quien expuso dos condiciones: Irán tiene que permitir la inspección de sus instalaciones en el plazo de dos semanas y responder a la preocupación internacional con transparencia y confianza.

A fin de garantizar la transparencia, según manifestó el presidente norteamericano, el régimen de los ayatolás tiene que permitir que funcionarios del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) vigilen los trabajos que se realizan en las dos plantas nucleares iraníes, así como acceso a otro material o instalaciones que crean necesarias.

Para ganarse la confianza, Irán tiene que dar pruebas de que el objetivo de su programa nuclear es estrictamente pacífico, lo que incluye no hacer transferencias de tecnología a otros países de forma incontrolada.

Si el Gobierno de Teherán cumple con estas condiciones de forma rápida, Obama aseguró que se le abrirá el camino a unas relaciones de colaboración con EE UU y a su reincorporación a la comunidad internacional.

"No se trata de señalar a nadie en particular ni de aplicar un doble rasero", manifestó el presidente norteamericano. "Esto es un problema de no proliferación. Irán tiene derecho a la producción de energía [nuclear] para usos pacíficos, pero eso lleva consigo una serie de responsabilidades con las que tiene que cumplir". "Irán tiene que demostrar a través de acciones concretas", reiteró, "que acepta las responsabilidades de su programa nuclear".

En la misma línea, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, declaró que lo conseguido ayer en Ginebra "contará como un signo positivo cuando [Irán] pase de los gestos y el diálogo a las acciones y los resultados". Clinton incorporó, no obstante, una nota de optimismo al añadir: "Ese es el camino que hace falta y creo que estamos sobre él". "La reunión de hoy abre la puerta", afirmó la jefa de la diplomacia norteamericana.

Este pequeño logro, que la oposición dentro de EE UU no va a admitir hasta que no vaya acompañado de resultados tangibles, ha sido posible, según el Gobierno norteamericano, gracias al hecho de que, por primera vez, Irán se ha sentado frente a un grupo de potencias unidas.

"El Gobierno iraní", expuso Obama ayer, "ha escuchado un mensaje claro y unificado de parte de la comunidad internacional en Ginebra". El mérito hay que atribuírselo, al menos parcialmente, al propio presidente norteamericano, que supo en los últimos días aplicar una sutil diplomacia para que Rusia y China se sumaran a los países occidentales en la necesidad de ejercer una presión más firme sobre Irán.

El  negociador iraní Said Yalilik es recibido por  Javier Solana a su llegada a la reunión de Ginebra.
El negociador iraní Said Yalilik es recibido por Javier Solana a su llegada a la reunión de Ginebra.REUTERS

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