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"Se cumplió la ley de Extranjería"

El vía crucis burocrático de Armand Nong comenzó una tarde de 2007, cuando se hallaba en situación irregular y dos agentes de la Brigada de Extranjería del Cuerpo Nacional de Policía le pararon al bajarse de un autobús en San Sebastián, donde estudia. Horas después se decretaba su primera orden de expulsión, que terminó siendo revocada.

Meses más tarde, siempre según su relato, acudió a reclamar su pasaporte a la comisaría para intentar su regularización por el procedimiento del arraigo. "Un policía me dijo: '¡Llegas en buen momento!' Y me puso otra orden de expulsión". Por motivos que no llega a aclarar, no la recurrió.

La Subdelegación del Gobierno en Guipúzcoa apunta que en su caso "se cumplieron en todo momento los pasos marcados por la ley de Extranjería. Fue él quien no recurrió la segunda orden de expulsión".

Lo que más sorprendió a Mikel Lerma, uno de los estudiantes de la Escuela Politécnica Universitaria de San Sebastián que se movilizó para que Nong volviese, es que la legislación no tenga mecanismos para frenar procesos en casos complejos como éste. "Es un estudiante ejemplar, de los que cuando no le sale un problema se queda haciéndolo una y otra vez hasta que lo resuelve. Sólo quiere estudiar para sacar adelante a su familia", indica.

Tras regresar a Euskadi con su familia, Armand llegó a tiempo para los exámenes de septiembre y aprobó suficientes asignaturas para mantener la beca que le concede el mismo Gobierno que le deportó. Incluso sacó una matrícula de honor en Dibujo Topográfico.

Recalca que no va a desperdiciar esta segunda oportunidad. Quiere acabar el resto de la carrera en tres años, tal vez hacerse emprendedor y quizá hasta cumplir su sueño de diseñar un coche.

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