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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El tiempo acelerado

El desarrollo del paradigma científico-tecnológico a lo largo de los últimos dos siglos, pero de modo especialmente intenso en las últimas décadas, ha alterado profundamente el sentido del tiempo. Se ha producido una aceleración del tiempo. El fenómeno de la globalización ha resultado de la experiencia humana continuada de vivir más de un espacio en un único tiempo disponible y limitado. El efecto de dicha vivencia es la presurización del tiempo, el estrés vital que acompaña nuestra existencia.

Aquella organizada y metódica estructura horaria que se iniciaba con la incorporación matinal a las actividades productivas -en la fábrica, en la escuela o en la casa-, con un corte al mediodía, con un segundo tiempo productivo a la tarde y con la disponibilidad de un tiempo al final de la jornada, junto a una nítida separación entre el día y la noche, a lo que se sumaban fines de semana reparadores -de sábado y domingo- y vacaciones estivales se ha ido diversificando, fragmentando, de acuerdo con una agenda del tiempo individualizada y no siempre conciliable con la de los demás.

El ocio nocturno no puede solucionar lo que otras esferas de la vida no resuelven
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Incertidumbre en el ocio nocturno

En este contexto, el fenómeno del ocio se ha convertido en agente activo de la transformación en curso y en receptor de los efectos de este nuevo enfoque temporal. La aceleración del tiempo ha provocado el desarrollo de un fast ocio, una desaforada búsqueda del aprovechamiento al límite del tiempo percibido como bien escaso. La reducción de la duración de los programas de televisión, la fragmentación de los espectáculos, el menor tiempo de exhibición en cartelera, los mil destinos visitados en un solo viaje, el auge de los cruceros, los deportes individuales o de pareja..., son algunos efectos de esta aceleración del tiempo en el ocio.

La noche se ha convertido en una reserva de tiempo susceptible de ser aprovechada al máximo desde la búsqueda de experiencias de ocio satisfactorias. Una parte importante de jóvenes ciudadanos, y no tan jóvenes, buscan en la complicidad de la noche la vivencia de experiencias de ocio que, piensan, no pueden encontrar en la cotidianeidad diurna. Las motivaciones que confluyen son muchas y matizadas: la búsqueda de ruptura de lo cotidiano, unido a la idea de fiesta y diversión garantizada, junto a la intolerancia al aburrimiento como experiencia inherente a la vida; la experimentación de vivencias al límite, asociadas a prácticas de ocio extremas e, incluso, nocivas; la percepción de que la noche favorece la relación y comunicación interpersonal. Estas y otras motivaciones potencian la realidad y el mito de la noche como tiempo privilegiado para las experiencias de ocio.

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Por otro lado, la mercantilización de toda vivencia humana, en un modelo económico que no puede detenerse en la compraventa de productos y servicios, encuentra en las experiencias de ocio nuevos nichos de mercado, nuevos públicos objetivos por donde crecer y expandirse. La noche se presenta como tiempo de oportunidad para la generación de experiencias de ocio susceptibles de ser consumidas por los mismos públicos ya cautivos durante el día o por nuevos consumidores atraídos por las propuestas de diversión nocturna.

La gestión del ocio nocturno debe, en primer lugar, reconocer la profundidad del fenómeno que aborda. No es sólo una cuestión de moda juvenil. Estamos ante una relación distinta del ser humano con el concepto tiempo. Asistimos a la búsqueda de nuevos tiempos de ocio, en el anhelo de encontrar sentidos y respuestas que no experimentamos en otras esferas de la vida (trabajo, familia, estudios...) o en las propias vivencias de ocio diurno.

Por ello, la cuestión a corto está relacionada con el ruido, el vandalismo o las drogas, y la necesidad de generar un ocio responsable, por parte de los usuarios, los empresarios y las instituciones. Pero, a medio plazo, se nos plantea el reto de dar un sentido coherente e integrado a nuestra vida, en la que el día y la noche no pueden ser realidades disociadas, donde el ocio pueda solucionar lo que otras esferas de la vida no resuelven.

La experiencia humana de ocio debe ser memorable, auténtica y significativa, independientemente de la hora, el día o el momento en que se produzca.

Roberto San Salvador del Valle es profesor del Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto.

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