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La crisis del automóvil

Obama se distancia

La Casa Blanca se lavó ayer las manos. A pesar de ser el principal accionista de General Motors (tiene el 61% del grupo) tras inyectar 50.000 millones de dólares (33.700 millones de euros) para mantenerla a flote, el Ejecutivo de Barack Obama salió a escena para dejar claro que no tiene nada que ver con la inesperada decisión de mantener Opel en su estructura. "La Administración no está envuelta en esta decisión", se limitó a decir un portavoz en una declaración escrita, en la que precisaba que este cambio de estrategia fue adoptado por el Consejo de Administración de GM. El directorio de GM está presidido por Edward Whitacre, persona de confianza de Obama.

La situación del gigante de Detroit cambió de forma radical en el último año, cuando empezó a tantear alternativas para Opel. En noviembre de 2008 acudió al Ejecutivo alemán buscando ayuda. Entonces, la compañía estaba sumida en un desesperado proceso de reestructuración para evitar la bancarrota.

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La suspensión de pagos se hizo inevitable el 1 de junio. Un mes después, emergió renovada y saneada. Washington ya había forzado antes la dimisión de Rick Wagoner como presidente ejecutivo y dio un enjuague a su consejo. Pero desde la Casa Blanca se dejó claro que no intervendría en decisiones empresariales. Timothy Geithner, secretario del Tesoro, dejó claro que saldrá del sector de la automoción tan pronto como GM sea capaz de sobrevivir por sí sola. Fritz Henderson, su nuevo consejero delegado, afirmó la semana pasada que no tiene intención de pedir más ayudas.

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