Jóvenes, estudiantes y jefes de una multinacional
La idea es simple, pero a la vez ambiciosa: atraer a los mejores hacia el mundo de la empresa. Para conseguir ese fin, los 15 directivos de primer nivel que colaboran en el concurso Consejero delegado por un día decidieron que la mejor forma de tumbar prejuicios sobre las grandes corporaciones era abrir las puertas a los directivos del futuro. Quince jóvenes, estudiantes brillantes, ambiciosos, con aspiraciones internacionales pero todavía universitarios que han podido pasar un día junto a un auténtico superdirectivo. Esos 15 encuentros han dejado rastro, y una semana más repasamos cuatro de esas historias de futuro.
Ninguno de los encuentros orquestados por EL PAÍS gracias a este concurso ha sido pura casualidad. Antes de que estos jóvenes llegaran a ser directivos por un día, la consultora Odgen Bernston, implicada desde el principio en la iniciativa, eligió cuidadosamente a los directivos que acogerán a los chavales, seleccionando un abanico de sectores lo más amplio posible. Ray Human Capital, también colaboradora en la iniciativa, fue la encargada de examinar y escoger a los 15 mejores de entre los más de 3.000 universitarios aspirantes. Ninguno de los ganadores se esperaba lo que encontró. Y es que Diego Balmaseda nunca imaginó que el consejero delegado de Vodafone se reuniera periódicamente con empleados de base para escuchar sus opiniones sobre la firma. Luis García-Mon tampoco pensaba que en los seguros estaba lo suyo, pero después de conocer Liberty descubrió que una aseguradora es algo más que un montón de pólizas. Marina Linares quedó impresionada con la capacidad de una sola empresa, L'Oréal, para gestionar al mismo tiempo tantas marcas distintas para públicos tan diferentes. "Mucha gente tiene prejuicios contra esta empresa. Yo aún no he visto ningún ogro por aquí", bromeaba Pablo del Campo en medio de su día en Microsoft. Todos, aseguran, desearían repetir.
