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El milagro de Fátima y el billete de lotería premiado

Carlos Arribas

Hasta que ayer, de buena mañana, la Guardia Civil llamó a su puerta, Walter Viru, peruano que estudió medicina en España, bien podría considerarse un hombre afortunado, capaz de salvar la vida de milagro en un hotel de Fátima, de ser agraciado con un buen pellizco de la lotería justo después de que su nombre comenzara a circular con vigor en las listas del lado oscuro del deporte y, más difícil todavía, de librarse de caer en la Operación Puerto por un capricho del destino que, al parecer, le hizo sentirse invulnerable. El que no muriera el ciclista Jesús Manzano tras un error en una transfusión también podría colocarse en su bandeja de entrada si no fuera porque jugar con ironías tiene un límite.

Viru llegó al ciclismo a través de su amigo Vicente Belda, el director del Kelme, de quien era médico personal. Comenzó en el equipo amateur y poco después pasó al profesional, en el que compartió funciones con Eufemiano Fuentes, el cerebro de la Operación Puerto, y su hermana Yolanda.

Su primer trago duro lo superó cuando cayó enfermo, víctima de una intoxicación alimentaria en el hotel Cincuentenario de Fátima durante una carrera en Portugal en 2000. Se sobremedicó con Fortasec y terminó deshidratado y desorientado. Le salvó la vida la intervención de médicos de otros equipos, que lo enviaron al hospital. Desde entonces, fue alérgico a viajar con el equipo: dirigía sus tratamientos desde Valencia.

Así, en el verano de 2003, poco después del positivo por EPO de Pascual Llorente en el Tour, Viru no estaba en la Vuelta a Portugal cuando todo el equipo debió abandonar enfermo tras tomar sustancias que sentaron mal. Al día siguiente, Viru desapareció viajando a Holanda.

Según relató al fiscal italiano Raffaele Guariniello en 2004, Manzano, el ex corredor arrepentido cuyas revelaciones desencadenaron la Operación Puerto, Viru, que conservaba en su laboratorio de Valencia bolsas de sangre de los corredores del equipo, se equivocó de bolsa en una transfusión y estuvo a punto de morir víctima de un shock anafiláctico.

Pocos meses después, la fortuna volvió a sonreír a Viru en la forma de un premio de lotería de más de 200.000 euros, lo que hizo pensar a los investigadores policiales, que ya comenzaban a seguir sus pasos, en una extendida maniobra de blanqueo de dinero.

Pero el premio gordo le llegó a Viru en la primavera de 2006. Paralelamente a la investigación en Madrid de las actividades de Fuentes, la Guardia Civil también vigilaba a Viru y estaba dispuesta para actuar cuando una súbita merma de efectivos obligó a sus mandos a centrarse sólo en Madrid.

Viru se libró y el Kelme desapareció, pero él no cesó en sus actividades, ahora centradas sólo en sus clientes privados, especialmente en los sectores juvenil y amateur, y en algunos peces gordos como los que ayer le acompañaron en su caída.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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