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Entrevista:RADEK STEPANEK | Tenista checo , 'número 12' del mundo | Final de la Copa Davis

"Soy el último de mi especie"

Radek Stepanek (Karvina, República Checa; 1978), el número 12 del mundo, es un tenista distinto. Juega con una raqueta sin marca y hecha a medida por Warren Bosworth, el gurú al que Ivan Lendl llamaba por teléfono como si fuera un guitarrista, rasgando sus cordajes cuando las cosas no marchaban. Compite con cuerdas de tripa natural, sin fibra sintética, sacrificando la fuerza a favor del tacto. Y ha llevado a la República Checa hasta su primera final desde 1980 protagonizando dos escenas increíbles: gritó hasta bordear el insulto a Tomas Berdych, su talentoso pero irascible compañero, y contra Croacia, en las semifinales, se impuso a Ivo Karlovic en un duelo para el recuerdo (6-7, 7-6, 7-6, 6-7 y 16-14: 5h 59m y 72 aces de su rival).

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Pregunta. Defínase.

Respuesta. Mi estilo de juego es muy agresivo, muy ofensivo. Puedo hacer de todo, pero lo que me gusta es subir a la red. Soy el último de mi especie. Nadie sube ya, nadie es ya así de agresivo. Soy el último en el circuito. Los españoles pueden esperar un Stepanek al ciento por ciento en todos los sentidos: emoción, espíritu de lucha y convencimiento de que la República Checa, 30 años después, volverá a ganar la Copa Davis.

P. ¿Por qué está su equipo en la final?

R. Estuve tres años sin jugar la Davis porque tenía problemas con mi federación. Lo más importante de este equipo es que, cuando nos juntamos, lo damos todo. Ya no me importan los problemas. Ahora me importa tener éxito. Todos estamos aquí por lo mismo. Cantamos canciones, nos contamos chistes, nos lo pasamos muy bien juntos. Cada semana tenemos una broma diferente. Eso eleva el espíritu del equipo y nos ha ayudado a superar los momentos difíciles. Nos ayudamos y nos motivamos los unos a los otros.

P. ¿Cómo?

R. Cuando Tomas [Berdych] estaba jugando contra Juan Mónaco, argentino, en los cuartos de final, perdía por dos sets a uno. Estaba completamente perdido. Jugaba en casa y sin personalidad. Andaba por la pista sin ninguna energía, sin nada. Se fue al baño tras el tercer set. Me fui al vestuario y empecé a gritarle: "¡Es imposible que juegues peor! ¡No estás siendo agresivo! ¡No transmites energía positiva! ¡Juega, que la gente te va a ayudar! ¡Levanta la cabeza! ¡Sé agresivo! ¡Desde ahora, cada punto es como si fuera punto de partido! ¡Mírame! ¡Yo te apoyo! ¡El equipo te apoya! ¡Te vamos a empujar en la pista! ¡Todo el mundo, el público, va a ayudarte! ¡Pero para eso, primero, ayúdate tú mismo! ¡Enséñales que vas a luchar hasta el final!". Ganó los dos últimos sets por 6-3. Vino a verme. "Gracias", dijo.

P. ¿Qué significa para usted la Davis?

R. Los dos partidos contra Argentina fueron los más duros que he disputado a lo largo de mi carrera. Estaba lesionado, no me podía mover bien, pero era la Davis. Quiero tener éxito en este trofeo. Y por eso doy algo más de mí de lo que daría normalmente. Si hubiera estado en la misma situación en un torneo, ni me habría molestado en levantarme de la cama. Me quedé solo y me dije a mí mismo: "Es el momento de demostrar a los chicos que de verdad quiero ganar esta competición. No voy a bajar la cabeza". Espero que lo vieran y que les inspirara mi espíritu de lucha. Lo hice por ellos.

P. ¿Cómo se sobrevive a 72 aces?

R. Los partidos no tratan sobre cuántos aces te hacen o cuántos metes tú, sino sobre quién gana el último punto. Eso es lo que me enseñó mi padre de niño. Karlovic sacó increíblemente. Pensé: "¿Cómo puede conseguir tantos aces en tierra?". Su servicio era injugable. Tuve que esperar mi oportunidad… Y la tuve tras casi seis horas.

P. ¿Qué piensa de Nadal?

R. Es un gran luchador, un gran competidor, el mejor jugador de la historia sobre tierra. Para ganarle no hay que darle ritmo. Hay que ser eficaz y agresivo en las pocas oportunidades que te conceda. A su edad, es una leyenda viva.

P. En 2001 usted sólo era un buen jugador de dobles. ¿Qué cambió?

R. Que las relaciones en mi equipo son más que trabajo, son de familia. Estamos muy unidos. Peter Korda empezó a trabajar conmigo ese año y me enseñó muchas cosas del tenis profesional: cómo vivir fuera de la pista, cómo escuchar a tu cuerpo… Todo era diferente de lo que hacía. Creí en todo lo que me dijo porque él ya lo había vivido todo: había ganado un grande, Australia; había sido el número dos del mundo. No era un entrenador dándome consejos. Su conocimiento del tenis es tremendo.

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