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¿Una junta selecta o de vecinos?

José Marcos

La Junta General del Atlético es tan selecta y exclusiva que sólo 20 accionistas, todos varones, acudieron al examen anual de las arcas del club. Demasiados para los 52 asientos disponibles en la sala de reuniones del estadio Calderón, deslumbrante por la madera barnizada y el brillo de los trofeos. Vetados los periodistas, para asistir se necesitaban como mínimo 2.906 papeletas, que a 8,5 euros la unidad suponen una inversión de 24.701 euros, un pellizco al alcance de muy pocos interesados.

"Resulta evidente que quienes acuden no son unos accionistas cualesquiera y que fuera se queda la mayoría de la masa social del Atlético. ¿Qué pasa con los miles de aficionados que sólo tienen una acción? ¿No tienen derecho a ser escuchados?", apunta Emilio Abejón, uno de los representantes de Señales de Humo, plataforma que critica desde hace años la gestión económica de la directiva del Manzanares. La cifra no es casual: representa al uno por mil del capital social -hay casi tres millones de acciones del Atlético-, el máximo legal que permite la Ley de Sociedades Anónimas, según se recoge en el punto primero del artículo 105.

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Aunque los responsables del club podrían bajar el listón a una acción si quisieran, de esta manera se evitan situaciones incómodas. "Tú imagínate este sistema delante de 1.000 o de 3.000 [accionistas]. ¡Sería imposible! Todos querrían hablar. Sería como las reuniones de vecinos. Por eso hay un mínimo de acciones para que la gente se pueda manifestar... Vas, por ejemplo, a la [junta] de Telefónica, ves que dejan hablar a uno, que monta un número y todo acaba en insultos", argumentó tras hora y media de reunión Enrique Cerezo.

Las sucesivas ampliaciones de capital que se han desarrollado en el Atlético en los últimos tiempos han ido subiendo paulatinamente las papeletas requeridas para poder codearse con los principales accionistas al menos una vez al año. Si en 1992 se necesitaban 248 acciones, esa cantidad aumentó en 2003 hasta las 732, aun así un número muy por debajo de los 2.888 que supuso la de 2004. En 2007 ascendieron a la cifra vigente. Unos dígitos muy superiores a los que exigen otros clubes de Primera para acudir a sus juntas: mientras el Zaragoza reclama 320 y el Tenerife 115 a partir del próximo año, las peticiones de entidades como el Valencia (nueve), el Deportivo (dos) o el Villarreal (uno) son de carácter más testimonial. "Las juntas generales son muy complicadas en todas las empresas, sobre todo en las multitudinarias. Aquí, al final, lo que realmente interesa es a quién vas a traer, a quién vas a vender, si hay que echar a éste, si hay que poner al otro... De fútbol sabemos todos", insiste Cerezo.

"Tampoco abriremos las puertas a los medios de comunicación porque los que nos insultan aprovecharán la ocasión para tener su minuto de gloria", había adelantado a su vez hace unas semanas Miguel Ángel Gil Marín, que presume de "transparencia" en su labor. Al contrario de los que sus advertencias aventuraban, la sesión fue de lo más tranquila. El comportamiento de los accionistas presentes fue de una educación exquisita.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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