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Pasaporte al destierro

Javier Rodríguez Marcos

Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí abandonaron Madrid el 20 de agosto de 1936. El poeta había firmado antes de la guerra un contrato con el Departamento de Educación de Puerto Rico para preparar una antología de verso y prosa para niños y tomó el camino de la isla después de pasar por Valencia, Figueras, París y Nueva York. Por todo equipaje, el matrimonio no llevaba más que el nombramiento del escritor, firmado por Manuel Azaña, como agregado cultural honorario en Washington. Sin sueldo. También una "maletilla" con medicinas, algo de ropa y los anillos de boda. Todo lo demás quedó en su piso de la calle de Padilla. El 28 de marzo de 1939, las tropas de Franco entraron en la capital y a principios de abril tres escritores falangistas —Félix Ros, Carlos Martínez Barbeito y, según los dos anteriores, Carlos Sentís— saquearon aquel piso llevándose originales, cuadros y libros envueltos en las alfombras. El Gobierno republicano se había ofrecido varias veces a trasladar el archivo de Jiménez a lugar seguro y la respuesta del poeta había sido siempre la misma: "Las manos que tendrían que ocuparse de ese trabajo están mejor cumpliendo los deberes mayores que la causa leal exige".

Fue el allanamiento del piso del poeta, que ocupa una parte decisiva en Guerra en España, lo que más problemas trajo a Ángel Crespo cuando llevó a cabo su edición del libro. Seix Barral no quiso remover un asunto protagonizado por personajes de cierto renombre, sobre todo en Cataluña. Sentís, que aún vive, siempre ha negado los hechos. Con la ayuda de sus amigos en España y la mediación de intelectuales cercanos al régimen como Luis Felipe Vivanco, Rafael Sánchez Mazas o José María Pemán, Juan Ramón fue recuperando parte de lo robado. Guerra en España recoge el mazazo que la pérdida supuso para el poeta. También la ironía con que escribió a los implicados en el asalto para que le devolvieran al menos sus poemas y libros. "Pienso ir pronto a Europa, Félix Ros, y me gustaría mucho encontrarme en mi casa todo lo que usted y sus diligentes amigos recojieron [sic] con tanto cuidado de ella. Me gustaría mucho saber por ustedes que estas cosas les han sido útiles y agradables", escribió en 1945.

Juan Ramón, que rechazó el sillón en la Real Academia que le ofreció Pemán, nunca volvió a España. Muchos de los objetos robados de su casa, entre ellos el famoso retrato que le hizo Daniel Vázquez Díaz, siguen perdidos. "Hasta hace poco", dice Soledad González Ródenas, "han ido llegando a la Fundación Juan Ramón Jiménez de Moguer varias cartas desaparecidas en aquel robo. Siempre en envíos anónimos".

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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