A Riazor se le hiela la sangre

Crujió el tobillo de Filipe. Lotina, que definió lo ocurrido como "lo peor" que le ha pasado en su carrera, se llevó las manos a la cara y se le saltaron las lágrimas. A Lendoiro se le rompió el único cheque que tenía para tapar agujeros. Ya le había ocurrido en su día con Manuel Pablo, así de cruel. Había marcado gol Filipe, pero a Riazor se le heló la sangre. Era su primera cabalgada, quizás estaba en la reserva tras más de 80 partidos consecutivos como titular. Inició la jugada y acudió a rebañar un remate sin rumbo de Bodipo. Metió el pie, marcó gol e Iraizoz cayó sobre él mientras la pelota entraba en la portería. Fue operado a última hora de la noche de una fractura de peroné y luxación del tobillo.

Lotina tenía motivos para el llanto. Antes del partido ya estaba preocupado. Hace quince días el Depor se puso cuarto en la Liga y tres días después eliminó al Valencia de la Copa tras una remontada plena de carácter de un equipo exhausto, disminuido por las ausencias y la exigencia del calendario. Caparrós, tipo listo, sabía que se iba a enfrentar a un rival bajo mínimos y seguramente por ello se aprestó a cubrirlo de elogios en la previa. Luego salió a por él. Al cuarto de hora de partido, cuando Aranzubia había evitado dos goles tras sendos remates de Llorente e Iraola y a Toquero le habían anulado un gol tras adelantarse por media micra a la zaga deportivista, un aficionado de tribuna se puso en pie y voceó: "Lotina, pon a alguien que juegue". Entre él y el técnico estaban sentados, en el palco, Sergio, Guardado, Mista, Lassad, Riki y Juan Rodríguez. También Lendoiro.

No es probable que Lotina oyera las reclamaciones que le llegaban desde la grada, pero antes de la media hora ya había activado a Valerón e Iván Pérez. Sin tomar más decisiones, al menos logró detener la sangría inicial. Aranzubia empezó a vivir más tranquilo, pero no dejó de ser decisivo. Salió Valerón, galopó Filipe hacia el desastre y, antes de que el maldito destino le dejara sin traspaso, contrato millonario y Mundial, adelantó al Deportivo. Su desgracia rescató el orgullo de un equipo herido que tenía en la cabeza la imagen del mejor futbolista del plantel roto. Y en el arreón marcó Juca el segundo. Pareció entonces que el Athletic se rendía, pero lo rescató Colotto con un gol en propia meta. Sufrió entonces el Depor ante un oponente que hace bandera de la estrategia y las jugadas a balón parado, que pidió un penalti a Toquero y acabó derrotado por un nuevo gol, esta vez de Pablo Álvarez.