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Reportaje:Vuelta de las semifinales de la Copa del Rey

Bajo la sombra de Juande

Jiménez, que ha modelado con mimo el camino del Sevilla, busca un título que le consolide

Rafael Pineda

La controversia que genera Manolo Jiménez en el sevillismo es digna de estudio. No basta con ser el quinto en la Liga, jugar con ventaja las semifinales de la Copa y estar clasificado para los octavos de final de la Champions para aliviar la guerra civil que se palpa en la afición en torno a un entrenador al que muchos no perdonan que el Sevilla casi nunca juegue bien, rara vez lleve la iniciativa y jamás hasta ahora haya tenido tan cerca la posibilidad de meterse en una final, y, por consiguiente, poder conquistar un título.

Presionado por un pasado muy cercano, el de Juande Ramos, que fructificó en la conquista en año y medio de cinco títulos, Jiménez ha ido creciendo como entrenador. En la cabeza, donde ha apuntado con claridad los pasos que debe seguir su equipo, la Copa se transformó en una prioridad después de ser el Sevilla el único equipo capaz de eliminar al Barça de Pep Guardiola. Por eso no le importó nada jugar en el Camp Nou, en la Liga, con gente como José Carlos, Marc Valiente o Koné. Los titulares, a la Copa. En A Coruña, en cuartos, el choque se saldó con un 0-3 incontestable de la mano de los ausentes en Barcelona: Perotti, Negredo, Romaric, Renato y Diego Capel.

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El regreso de Kanouté y Zokora, tras la Copa de África, y la recuperación de Luis Fabiano permitieron a Jiménez manejar mejor sus recursos hasta el punto de poder utilizar a los titulares en el duelo liguero ante el Valencia (2-1) y la propia ida con el Getafe (2-0). En el momento en que jugadores como Luis Fabiano y Romaric volvieron a renquear, no lo dudó. El pasado domingo, ante el Zaragoza, jugaron Cala, José Carlos, Duscher y Lolo. En el banquillo, Fernando Navarro, Jesús Navas, Perotti, Zokora y Renato. Luis Fabiano, ayer convocado por Dunga para el partido amistoso de Brasil ante Irlanda en marzo, ni siquiera viajó.

"No tenemos excusas posibles para no estar en la final", advirtió ayer Jiménez, quien jamás en su carrera como jugador y entrenador ha visto tan cerca una final. Sólo el ansiado título de Copa y la clasificación otra temporada más para la Champions aplacarían de una vez por todas el debate sobre su persona. Jiménez lo sabe. Su método, este año, le tiene en la antesala de la gloria.

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