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La revuelta social estalla en Kirguizistán

Los enfrentamientos entre la oposición y la policía del país centroasiático causan al menos 40 muertos - El presidente Bakíev huye de la capital, según sus rivales

Una masiva protesta ha puesto contra las cuerdas al Gobierno de Kirguizistán, una de las ex repúblicas soviéticas más pobres y clave en la estrategia de EE UU en Afganistán, pues en ella tiene una de sus bases aéreas más importantes de Asia Central. Las manifestaciones, que comenzaron el martes con una protesta contra la subida de los combustibles y la corrupción, se transformaron ayer en violentos enfrentamientos con la policía en la capital, Bishkek.

El presidente, Kurmanbek Bakíev, abandonó anoche la capital en su avión, según la oposición. Algunas fuentes informaron de que el destino era Osh, una ciudad del sur. La oposición, que durante la tarde asaltó diversos edificios gubernamentales, atacó un canal de televisión, quemó la oficina de la Fiscalía General, tomó el Parlamento, declaró su victoria y anunció un nuevo Gobierno.

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Durante todo el día la policía antidisturbios batalló en las calles de la capital con los manifestantes. Empleó pelotas de goma, botes lacrimógenos y balas de fuego. El Ministerio de Sanidad reconoció 40 muertos y 400 heridos. Fuentes de la oposición citadas por France Presse elevaban los fallecidos a 100.

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Un eventual derrocamiento de Bakíev traerá problemas a Estados Unidos, ya que la oposición había criticado el apoyo dado por la Administración de Obama al presidente kirguizo. La tensión aumentó en los últimos meses. Los grupos de defensa de los derechos humanos habían denunciado la creciente política represiva de Bakíev.

Uno de los principales líderes de la oposición, Temir Saríev, detenido tras llegar ayer procedente de Moscú, fue liberado por los manifestantes. Horas después, un canal de televisión informó de que Saríev mantenía negociaciones con el Gobierno. No hubo comunicados desde la presidencia.

La corresponsal de la BBC en Bishkek asegura que la situación es caótica y que los manifestantes son jóvenes y proceden de distintas partes del país. La policía había intentado asaltar la sede de la oposición, pero fue rechazada. Algunos manifestantes estaban armados. Varios vehículos policiales resultaron quemados.

Las protestas comenzaron el martes en Talas, donde apenas se concentraron 4.000 personas, y ayer se extendieron a Bishkek y Naryn. El Gobierno replicó con el toque de queda. No sirvió de mucho. El ministro de Interior, Moldomusa Kongatíev, resultó herido cuando acudió a calmar a los manifestantes. Algunas informaciones no confirmadas aseguran que murió de la paliza.

Bakíev es presidente de Kirguizistán desde la revolución de los tulipanes, que en 2005 depuso al Gobierno de Askar Akayev. Bakíev llegó al poder con la promesa de devolver la estabilidad y mejorar la economía. La oposición sostiene que no ha cumplido sus promesas y ha traicionado al pueblo.

Policías antidisturbios, durante los enfrentamientos con los manifestantes de la oposición, en el centro de Bishkek, la capital kirguiza.
Policías antidisturbios, durante los enfrentamientos con los manifestantes de la oposición, en el centro de Bishkek, la capital kirguiza.AFP

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