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Crónica:BARCELONA 3 - DEPORTIVO 0 | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Recital azulgrana

El Barça se impone con un fútbol de fantasía y un golazo de Pedro a un Deportivo melancólico

Ramon Besa

Abatido el Madrid, al Barcelona le ha dado por gollerías, por mostrar su perfil más artístico, la mejor manera de responder a la presión. Actuaron los azulgrana de forma muy fina y académica, exquisita, siempre atrevida, sorprendente si se tiene en cuenta que se están jugando la Liga y se supone que en tales circunstancias pesa la presión. Hasta los goles resultaron estéticamente impecables, sobre todo el de Bojan y después el de Pedro, un delantero que se supera a cada jornada. Anoche metió un gol desde casi medio campo con un toque prodigioso: le dio de primera, sin parar, a un balón fuerte rechazado por Aranzubia. La comba que describió la pelota hasta besar la red resultó tan poética como la propia historia del humilde delantero canario.Los goles fueron preciosos, se contaron acciones excelentes y la noche resultó estupenda. Hay que tener mucho temple para jugar de forma tan serena y exacta, divertida y destensada, como lo hizo el Barcelona en una jornada valle, a la salida del clásico y camino del derbi, momento en que se supone conviene economizar esfuerzos más que imponer una velocidad física y mental que fue imposible para un desalmado Deportivo. Las alineaciones han dejado de ser noticia mientras estén Xavi, Messi y Pedro, tres futbolistas en un momento de forma excelente.

BARCELONA 3 - DEPORTIVO 0

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Márquez, Maxwell; Xavi (Busquets, m. 77), Touré; Pedro, Messi, Jeffren (Keita, m. 51); y Bojan (Henry, m. 73). No utilizados: Pinto; Puyol, Milito y Chigrinski.

Deportivo: Aranzubia; Laure, Lopo, Piscu, Manuel Pablo; Sergio (Iván Pérez, m. 84), Antonio Tomás; Juan Rodríguez, Pablo Álvarez (Juan Domínguez, m. 53), Guardado; y Riki (Lassad, m. 70). No utlizados: Manu; Adrián, Colotto y Seoane.

Goles: 1-0. M. 15. Bojan. 2-0. M. 68. Pedro. 3-0. M. 72. Touré.

Árbitro: Paradas Romero. Mostró la tarjeta amarilla a Lopo, Pablo Álvarez y Manuel Pablo.

Camp Nou: 75.987 espectadores.

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Al calor de una hinchada muy militante en una jornada laborable, el Barça alcanzó pronto el área de Aranzubia. Atacaban los azulgrana con un pelotón de delanteros ligero, dinámico y ortodoxo: Pedro y Jeffren abrían muy bien el campo mientras Messi se situaba por detrás de Bojan y Xavi manejaba la sala de máquinas con un ojo clínico prodigioso. Las salidas de Piqué y las llegadas de Alves y Maxwell acabaron por desestabilizar a la zaga del Deportivo, un equipo melancólico, desbravado, entregado a su portero. Imposible anular a ocho barcelonistas.

Al cuarto de hora, Bojan ya había marcado un gol después de un buen control y un ajustado remate, el mejor punto y final al pase sensacional de Xavi. El volante se divierte más que nunca cuando le ponen un par de extremos y un delantero centro tan aplicados como Pedro, Jeffren y Bojan. Los atacantes barcelonistas eran balines y el juego interior y exterior del equipo desbordó a los deportivistas, redimidos por su portero y aliviados por la falta de puntería azulgrana. Al Barcelona sólo le faltó precisión para rematar el partido cuando lo tuvo en franquía. Las ocasiones se sucedían y el fútbol pintaba tan bonito que a menudo parecía que el Barça jugaba al billar.

Messi y Alves incluso se montaron un partido por su cuenta, plagado de detalles técnicos, de lujosas combinaciones, de toques sublimes, de continuas paredes. Hubo un pase interior del argentino al que respondió el brasileño con un control con la cabeza y un remate de chilena que conmocionó a la afición hasta que la pelota dio en el travesaño. El refinamiento en el ataque fue excesivo si se atiende a la escrupulosa tarea defensiva. Presionaron mucho y bien los barcelonistas, seguros y concentrados, verticales hasta llegar al área, momento en el que se adornaron demasiado, como si dieran la victoria por descontada. Mal asunto porque incluso el mejor de los equipos está expuesto a un accidente, a un error, a una tontería, a una mala decisión. Tuvo suerte, por ejemplo, el Barcelona de que el árbitro no pitara un penalti de Jeffren a Lopo.

Las pocas noticias del Deportivo se producían a la salida de los córners botados por los azulgrana, rebuscados y poco efectivos. El Barça recordó por momentos la mejor versión mostrada en Londres ante el Arsenal. El equipo se desplegó con una técnica tan depurada, con una multiplicación de pases y asociaciones tan artísticas, que el partido se convirtió en una exhibición. Únicamente sobraba la portería o faltaba un segundo gol para culminar la fiesta. Y el tanto llegó después de pasar un mal rato. El Barça perdió encanto y gas. No había manera de que volviera a encontrar el hilo del juego, como si su duende se hubiera quedado en el vestuario durante el descanso y ahora compareciera un equipo sin fluidez, excesivo en la conducción.

La monotonía sólo se podía romper con una jugada eléctrica como la que armó Valdés: el portero sacó rápido y en largo para la carrera de Alves, Aranzubia despejó antes de la llegada del lateral y el balón salió en dirección al círculo central. Allí compareció Pedro para rematar a la red con un tiro excepcional.

El golazo devolvió la fantasía al Barça y el partido recuperó el carácter lúdico del inicio. Los barcelonistas se adornaron hasta el final con un buen surtido de jugadas mientras la hinchada se acordaba de Iniesta, del Madrid y de Pedro. Una noche a pedir de boca.

El delantero canario marca el segundo gol del partido, una vaselina preciosa desde casi el centro del campo
El delantero canario marca el segundo gol del partido, una vaselina preciosa desde casi el centro del campoAP

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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