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Reunión del Ecofin en Madrid

La negociación para rescatar a Grecia "avanza a buen ritmo"

Los detalles del acuerdo firmado entre los países que forman el euro, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) para prestar ayuda financiera a Grecia avanzan, lentamente para el gusto de Atenas, pero avanzan. Ese es el mensaje que ayer trasladó el presidente del Eurogrupo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, en su comparecencia. Las conversaciones, dijo, "avanzan a buen ritmo".

Se trata, aclaró Juncker, de los detalles técnicos del plan de rescate, del que aún hay que discutir "los límites y el perfil" que tendrá esa asistencia en caso de que la República helena decida solicitarla. En líneas generales, el programa a tres años acordado el domingo incluye 30.000 millones de euros aportados por los países del euro el primer año, a los que habría que sumar otros 15.000 millones del FMI.

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Pero esas cifras van acompañadas de cuestiones de enorme complejidad técnica. El FMI nunca ha puesto en marcha sus programas a medias con otras instituciones, como debe hacer ahora con la Comisión Europea, ni ha impuesto sus planes a países sin control de la política cambiaria ni sobre los tipos de interés. Eso supone entrar de lleno en las competencias del BCE, que afectan a otros Estados, y debe pactar con Bruselas, que tendrá la última palabra a la hora de supervisar el comportamiento económico griego.

Penalización de la deuda

Por si eso no fuera suficiente, el acuerdo de asistencia financiera pactado el pasado domingo por los países del euro tiene que ser ratificado por algunos parlamentos nacionales y Alemania e Irlanda ya han advertido que sus trámites se pueden dilatar. Incluso algunos parlamentarios en Berlín han llegado a amenazar con la posibilidad de un veto.

De ahí viene, según diversos analistas, la penalización que sigue sufriendo la deuda griega en los mercados. Ayer el diferencial con el bono alemán a 10 años tocó un nuevo máximo en 7,38%, con lo que superó incluso la cota que forzó el acuerdo del Eurogrupo.

Atenas es consciente de la dificultad de los trámites pendientes antes de que los fondos prometidos el pasado domingo estén realmente disponibles. Y la situación de sus finanzas es tan delicada que no puede arriesgarse a que cuestiones de este tipo puedan retrasar el desembolso de la ayuda en un momento de máxima urgencia. En todo caso, el propio Juncker insistía en que "por ahora no hay indicaciones de que Grecia vaya a pedir la ayuda" prometida.

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