_
_
_
_
_
Elecciones en Reino Unido

La misión imposible de Martin Linton

Lejos del éxito mediático de los debates televisados, un diputado laborista echa mano del viejo estilo de hacer campaña puerta a puerta para renovar su escaño

El laborista Martin Linton ganó en 2005 el escaño de Battersea, en el sur de Londres, por 163 escuálidos votos frente al candidato conservador. Su reelección parece misión imposible. A Linton, un gigantón de 65 años nacido en Suecia y criado en Inglaterra, que lleva 30 años viviendo en el barrio, el éxito mediático de los debates electorales le sirve de poco: su futuro depende del viejo estilo británico de pedir el voto puerta a puerta, el canvassing.

Battersea ha sido siempre un bastión de la izquierda. Un barrio industrial y obrero en la ribera sur del Támesis marcado por la imponente central eléctrica levantada en los años treinta e inmortalizada por Pink Floyd en la carátula de su disco Animals. Con el declive de la industria y el auge del Londres inmobiliario y financiero, Battersea ha ido atrayendo a jóvenes parejas del vecino Chelsea, al otro lado del río, facilitando así el ascenso del voto tory.

"No apoyo a tu partido, pero tienes mi voto", le promete un abuelo
Más información
Clegg lucha contra la prensa 'tory'

El cuartel general de Linton es un sótano más bien lúgubre en la animada Lavender Hill. Es una mañana fresca y soleada, pero el sol sólo calienta la acera de enfrente. En su interior, Linton, su joven esposa, Sara, y un puñado de voluntarios y trabajadores del partido se afanan en las tareas de campaña, pegados a sus ordenadores, poniendo sellos en las 2.000 cartas que se han de enviar sin falta esa misma mañana, yendo a correos a por unas sacas.

Las paredes están cubiertas de panfletos. "Libertad para Gaza", reza uno. En primer plano, la lista de prioridades locales: economía, pobreza, inmigración, pero también la mejora de la estación, la nueva escuela, los perros peligrosos, el autobús de Balham...

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Reina el silencio, roto sólo por las directrices de Chantal, una joven belga que trabaja para los laboristas y coordina el trabajo. O la risa contagiosa de Stella, una chica ugandesa que llegó a Inglaterra en los primeros años noventa. "Aún no me he acostumbrado a los inviernos", reconoce. Trabaja como voluntaria "porque Martin ha hecho muchas cosas por la gente del barrio". A ella misma la ayudó cuando un familiar tuvo problemas con los papeles de inmigración.

Stella y Chantal acompañan a Linton a repartir panfletos a las puertas de una escuela. Mala suerte: muchos niños llegan solos, andando, en bici o patinete. Otros llegan con su padre, la mayoría con la madre. Hay una enorme diversidad racial. Casi todos aceptan los panfletos, pero rehúyen la conversación que busca el candidato.

A media mañana, se van a buscar votos puerta a puerta en Blondel Street, una zona plagada de bloques de viviendas sociales. Saben exactamente adónde van y tienen las llaves de los bomberos para entrar en los bloques. "Los lugares los elige Sara. Son zonas en las que sabemos que hay muchos votantes laboristas", explica el candidato. Tienen el registro electoral y saben quién vive en cada piso y, si les han visitado antes, a quién dicen que votan.

A la entrada del primer bloque se topan con el cartero, que resulta que vive en esa misma casa. "Siempre voto laborista", sonríe. "Sólo contestan al timbre uno de cinco o seis vecinos", advierte Martin Linton, que analiza los apellidos de cada vecino para adivinar su nacionalidad. Sus problemas pueden ser muy diferentes si son de origen inglés, chino, somalí o portugués, por ejemplo.

Una anciana apenas entreabre la puerta, recoge el folleto pero no quiere conversación. Una mujer de mediana edad se queja de "problemas de dinero". "No puedo trabajar. Vivo de los subsidios. Tengo un trabajo pero estoy enferma. Mi marido murió. Me gustaría tener la jubilación anticipada", explica. Él intenta asesorarla sobre las opciones que tiene: no cree que pueda jubilarse pero hay ayudas alternativas. "Si tiene problemas, contácteme", le dice.

El grupo muestra con entusiasmo el colorista mural que adorna la fachada lateral de un pub en Dagnall Street. Es obra del artista local Brian Barnes y homenajea a viejos héroes de Battersea: John Archer, el primer negro elegido alcalde de barrio en Londres; Shapurji Saklatvala, el tercer indio que llegó a los Comunes; la sufragista Charlotte Despard; Amy Johnson, pionera de la aviación...

Un hombre que se cruza en la calle se queja del ruido que hacen sus vecinos y Martin toma nota. Se llama James Joyce, como el famoso escritor, y el diputado le hace una broma.

En uno de los pisos vive una familia china. Abre la puerta una chica joven que apenas habla inglés. Martin intenta averiguar si sabe que hay elecciones y si piensa votar, pero está claro que, aunque sonríe y dice que sí a todo, apenas le entiende. La charla es muy breve.

Un jovial abuelo inglés de muy buen humor le dice: "Tienes mi voto porque haces muchas cosas por nosotros, pero en general no apoyo a los laboristas". "Te deseo lo mejor. Mantendremos los dedos cruzados a ver qué pasa", se despide.

En otro de los pisos, el joven negro que le recibe se queja de "problemas con los perros peligrosos". "Quiero más poderes para que el Ayuntamiento pueda decidir sobre eso", argumenta Linton. El vecino se queja también de que mucha gente no trabaja y vive de los subsidios. Cree que hay muchos abusos y que "las parejas están penalizadas". Aunque dice que le gustaría apoyar a Martin, no cree que vote laborista.

"Como ha visto, mucha gente acude al diputado local para que le ayude en una amplia gama de problemas, como vivienda, inmigración, subsidios, incluso asuntos que en realidad dependen del Ayuntamiento, no del Gobierno", explica al final de la mañana. "Cada semana tengo una sesión en la que la gente viene a plantearme sus problemas. En los últimos 10 años he recibido 25.000 consultas de gente que te explica lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que necesita".

¿Ha pensado qué hará si pierde? "No, no he pensado en eso. Si pierdo el escaño tendré que encontrar otro trabajo, pero siempre he creído que, primero, nunca has de pensar que vas a perder y, segundo, con los problemas vienen las soluciones. Siempre puede venir alguien y decirme que hay tal o cual trabajo disponible para el que puedo ser la persona adecuada".

Martin Linton pide el voto puerta a puerta en el distrito londinense de Battersea.
Martin Linton pide el voto puerta a puerta en el distrito londinense de Battersea.IONE SAIZAR

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_