Compleja detección; prevención simple
La paradoja de gran parte del trabajo en enfermedades cardiovasculares -y en muchas otras- es que su diagnóstico y estudio son complicados y caros, y, en cambio, su prevención resulta muchas veces muy sencilla. Es, por ejemplo, el caso de uno de los últimos proyectos iniciados por el Centro Nacional de Investigación Cardiovascular (CNIC), en colaboración con la Fundación Pro-CNIC (el grupo privado de patronos) y, especialmente, de la Fundación Marcelino Botín. Se trata de un gran proyecto para estudiar el nacimiento de las enfermedades cardiovasculares en personas sanas, y para ver qué medidas son realmente efectivas para evitarlo o frenarlo. Para ello se cuenta con reclutar a más de 3.000 voluntarios que trabajen en el Banco Santander.
"A esas personas se les van a hacer los diagnósticos más completos; genéticos, de imagen. Y se les va a hacer un seguimiento. Es todo un lujo para ellos", indica el director del CNIC, Valentín Fuster. Aunque él mismo ironiza con que al final, a lo mejor, lo único que hay que decirle al individuo en el que se detecten las primeras lesiones vasculares, específicamente la arteriosclerosis (endurecimiento de las arterias) -"algo que ya se puede hacer por técnicas no invasivas", recalca el cardiólogo- es que deje de fumar o que haga ejercicio.
El propio médico ya ha dirigido un trabajo similar en EE UU, con la diferencia de que era en gente mayor (ahora se reclutará a menores de 55), y con unas conclusiones algo decepcionantes desde el punto de vista de la prevención. "Cuando le enseñábamos a alguien imágenes de que empezaba a haber problemas, primero se lo tomaban como un drama", cuenta el médico. "Pero luego, empiezan los mecanismos de defensa, como decir que si esto es cosa de científicos", relata. Fuster confía en que en este nuevo grupo el resultado sea diferente.
