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La primera crisis del euro | Repercusión en los mercados

El colchón de la subasta

David Fernández

Para evitar situaciones de pánico como la ocurrida el pasado jueves en EE UU, la Bolsa española puso en marcha en 2001 las subastas de volatilidad. Con ellas se interrumpe la negociación continua de un valor, dando oportunidad a los operadores de informarse sobre lo que ocurre en el mercado y poniendo tiempo de por medio para aplacar las presiones bajistas o alcistas. Para ello, la comisión de contratación y supervisión de la Sociedad de Bolsas establece de forma periódica unos umbrales de caída o subida a partir de los cuales una compañía entra en subasta. Estas horquillas se fijan en función de la volatilidad histórica de las empresas y se compone de dos rangos. Por un lado está el rango dinámico, que representa la variación máxima permitida respecto al último precio fijado. Por otro, está el rango estático, que señala la oscilación respecto al precio de la subasta de volatilidad más reciente. Las subastas duran cinco minutos y son un filtro para evitar que una orden muy grande y alejada del precio de cotización pueda distorsionar el mercado. Este colchón también tiene detractores que critican que no sirve para calmar al mercado ni para evitar el uso de información asimétrica.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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