Problemas de todos los colores
La confusión continúa dominando la trayectoria de los mercados de valores, en los que da la sensación de que los inversores han olvidado ya cómo evaluar cada variable para sacar conclusiones razonables del conjunto.
Lo más curioso de esta sesión es que había un chivo expiatorio a mano para justificar el abandono de posiciones, al menos en el sector financiero, sin que nadie tuviera en cuenta que la entidad intervenida por el Banco de España no es un banco y apenas representa el 1% del sistema financiero español. El problema, en cuanto a los inversores extranjeros, es que no se paran a mirar esos detalles, por lo que una entidad financiera acaba equiparada a cualquier otra, con el consiguiente descalabro para el conjunto.
El Ibex 35 abrió esta sesión con una subida del 1,54% que le devolvía momentáneamente a los 9.500 puntos, pero la presión del papel terminó por contaminar a toda la Bolsa y a media sesión este índice perdía el 2,52%, al caer por debajo de los 9.200 puntos. Al final hubo algunas compras que equilibraron el resultado y el descenso quedó en el 1,27%, con lo que el Ibex 35 cerró en 9.287,90 puntos.
Los problemas que sufren los mercados son numerosos y, en ocasiones, domésticos, aunque este término no case bien con la idea de globalidad. La suma, o resta, de movimientos internos y externos es la que da la sensación de caos y aumenta la volatilidad, en parte al trasladar dinero de unas plazas a otras. Ayer bajaba la Bolsa de Francfort, posiblemente castigada por la prohibición de las "posiciones cortas", lo cual habrá beneficiado a otros mercados. Algunos observadores preferían ver en el descenso de la Bolsa alemana una reacción al anuncio de subidas de impuestos.
En Estados Unidos continúa la difícil digestión de la decisión de regular y controlar los mercados. La Bolsa de Nueva York abrió a la baja, aunque los altibajos se sucedieron después ante un par de buenas noticias y unos precios que muchos consideraban atractivos. El índice de actividad de la Reserva Federal de Chicago alcanzaba en abril su mayor nivel en tres años y medio, al tiempo que la venta de viviendas de segunda mano subía con fuerza, también en abril. La confirmación de que la economía se recupera con rapidez consiguió frenar el malestar de los profesionales.
