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Los desafíos de la Casa Blanca

Corea del Norte corta la última vía de contacto de seguridad con Seúl

El Ejército surcoreano pone en marcha unas maniobras antisubmarinos

Tras una década de calma y de paulatina mejoría en las relaciones entre dos países que formalmente están en guerra desde 1953, las dos Coreas dirimen en aguas del Pacífico una pugna diplomático-militar en la que se han implicado todas las potencias mundiales que algo tienen que decir en la región: Estados Unidos, China y Rusia. Todo comenzó con el hundimiento de la corbeta surcoreana Cheonan el pasado 26 de marzo y siguió con la publicación, el 20 de mayo, del informe en el que varios países occidentales acusan a Pyongyang del ataque contra el buque surcoreano. A partir de ahí, las amenazas de sanciones, el corte de intercambios comerciales y las maniobras militares -Corea del Sur inició ayer unas amplias maniobras antisubmarinas- se suceden. El régimen norcoreano rompió ayer toda comunicación con Seúl, una cooperación militar destinada a impedir incidentes armados en las aguas fronterizas.

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Con los ejércitos de ambos países en estado de máxima alerta, el Estado Mayor del Ejército norcoreano anunció mediante un comunicado "la completa anulación del acuerdo bilateral para evitar choques en el mar de Corea...". "Dejaremos de utilizar", añade la nota, "los walkie-talkies de onda ultracorta y las líneas abiertas para gestionar situaciones de emergencia".

Fue la reacción fulminante del Gobierno de Pyongyang a las maniobras submarinas que la Armada surcoreana inició en aguas próximas al paralelo 38, que hace las veces de frontera. El siguiente paso que podría adoptar el régimen comunista, según auguran los expertos, es el cierre del paso fronterizo terrestre que da acceso al parque industrial de la ciudad norcoreana de Kaesong, gestionado por ambos países y ejemplo de la incipiente cooperación económica entre ambos Estados. Un centenar de empresas surcoreanas fabrican en ese complejo productos de consumo empleando a mano de obra barata del norte. Pyongyang también obtiene decenas de millones de euros al año a través de este proyecto.

En el terreno diplomático, las cosas también están más que caldeadas. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, se esfuerza por recabar el apoyo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar el asunto. No lo tiene fácil.

La diplomacia estadounidense tropieza con el recelo de China y también de Rusia a la hora de imponer nuevas sanciones al Gobierno de Kim Jong-il, tal como pretenden Estados Unidos y Corea del Sur. "Como saben, este asunto es muy complicado... China no tiene información de primera mano

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[sobre el hundimiento de la corbeta Cheonan], y todavía está investigando y evaluando la información de una manera prudente", afirmó el portavoz de Exteriores chino, Ma Zhao Xu.

Rusia, que tiene previsto realizar maniobras navales cerca de las aguas de Corea del Norte el próximo mes de junio, tampoco parece decidida a seguir sin más los pasos de Washington y Seúl. Moscú reclamó ayer información más precisa sobre el ataque que en marzo pasado hundió el buque surcoreano matando a 46 tripulantes.

Alguna novedad puede surgir de la reunión que mañana sostendrán en la isla surcoreana de Jeju el primer ministro chino, Wen Jiabao; el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, y el jefe del Gobierno japonés, Yukio Hatoyama, también muy preocupado por la evolución del conflicto. Pero pocos analistas esperan que el conflicto degenere en guerra abierta. A lo sumo, opinan, podría haber nuevas escaramuzas como las que se produjeron en 1999 y 2002.

Maniobras de la Marina surcoreana, ayer frente a la costa de Taean.
Maniobras de la Marina surcoreana, ayer frente a la costa de Taean.EFE

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