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Reportaje:Sudáfrica 2010 | Serbia-Ghana

Los pívots de Antic

Djukic resalta el poderío serbio y el orgullo patriótico de la selección más alta del Mundial

José Sámano

Brasil no siempre ha sido un rodillo. De hecho, perdió su primer partido en un Mundial. Ocurrió en Montevideo, el 14 de julio de 1930, y su verdugo fue Yugoslavia (2-1), lo que visto con perspectiva enmarca parte de la leyenda del fútbol balcánico y subraya que su tradición en el fútbol tiene un eterno recorrido. Pese a todas sus vicisitudes, en los Balcanes siempre rodó el balón, ya fuera bajo la etiqueta de Yugoslavia o tras la atomización.

Con el primer sello disputó nueve Mundiales y tras delimitarse el nuevo mosaico en la región, Croacia ha estado en dos ediciones (1998 y 2002) y Eslovenia suma ahora la segunda después de su desfile por Corea y Japón. El caso de Serbia es más singular. No solo fue el vivero habitual de la extinta Yugoslavia, sino que ya estuvo como Serbia y Montenegro en Alemania 2006, donde perdió los tres partidos. Sudáfrica es su primera cita solo como Serbia. Desde su primer partido como tal, el 16 de agosto de 2006, ha cambiado el azul tradicional de Yugoslavia por el rojo. Ahora se apodan beli orlovi (Águilas Blancas). Ya lo dijo Albert Camus: "Patria es la selección nacional de fútbol".

"Ahora hay unidad y buen ambiente. Explotan muy bien las jugadas estratégicas"
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Miroslav Djukic (Serbia, 1966) estuvo en el Mundial de 1998 y ha colaborado con la federación serbia hasta tiempos recientes, en cargos como el de seleccionador sub 21 y el de ayudante del equipo absoluto. "Jugar por primera vez como Serbia es un aliciente más, el aspecto patriótico cuenta y ahora hay un gran espíritu colectivo", sostiene el ex jugador del Deportivo y el Valencia. Djukic jugó 50 partidos internacionales, en los años 90, tiempos de zozobra general en los Balcanes: "Hubo un momento en el que no sabías para qué país jugabas".

Quizá por ello, Djukic enfatiza que al fútbol yugoslavo siempre le faltó espíritu gremial. Nunca faltaron talentos individuales, "pero sobraba anarquía". Desde Tirnanic y Marjanovic, autores de los goles que retorcieron a Brasil en 1930, hasta Boskov y Milutinovic, que antes de maestros fueron alumnos en la selección que participó en el torneo suizo de 1954, en Yugoslavia siempre hubo grandes cosechas. Por motivos opuestos, tanto Djukic en su niñez, como varias generaciones españolas, no han olvidado aquel equipo del 74 que desterró a España con el gol de Katalinski. A su lado, Maric, Surjak, el esloveno Oblak y, cómo no, el gran Djazic, un fabuloso extremo zurdo. Luego fue el turno de Stojkovic (lucifer español en 1990), Mijatovic, Suker...

Hoy, asegura Djukic, la selección serbia se comporta como un bloque, "hay unidad y buen ambiente". Una seña de identidad de Radomir Antic, el técnico, un experto motivador. En lo futbolístico, el ex jugador del Depor enfatiza el poderío aéreo del equipo, "el más alto del Mundial". Solo tres futbolistas, Rukavina, Ninkovic y Tosic, no alcanzan los 180 centímetros. El techo es Zigic, el ariete que ha militado en el Racing y el Valencia, que se peina a 202 centímetros. La media del equipo es de 1,86.

"Explotan muy bien todas las jugadas estratégicas y así consiguieron muchos goles en la fase de clasificación; por las bandas, Krasic y Jovanovic desbordan muy bien y Stankovic y Milijas dirigen al equipo". En opinión de Djukic, Serbia "puede dar sorpresas, porque tiene buenos jugadores y jugadores que militan en equipos grandes, acostumbrados a jugar bajo presión, algo fundamental en un Campeonato del Mundo". Con Antic al frente, desde 2008, Serbia logró superar a Francia en el grupo de clasificación para Sudáfrica, pero tuvo que jugarse el bingo en el último partido, ante Rumania, que también aspiraba a un billete, en Belgrado. Como afirma Djukic, a los futbolistas serbios no les pudo la presión: Serbia ganó 5-0.

Pese al optimismo serbio, Djukic lamenta la situación del fútbol en su país, "con gente muy rara al frente de los clubes, por lo que hará falta tiempo para la limpieza". "La selección debe nutrirse de su Liga, pero en el torneo el Estrella Roja y el Partizán ganan el 90% de sus partidos y desde hace muchos años no han hecho nada en las competiciones europeas", resume.

Zigic da toques de cabeza al balón  en presencia de Antic.
Zigic da toques de cabeza al balón en presencia de Antic.REUTERS

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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