_
_
_
_
_
ANÁLISIS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No es ningún dislate

Luis R. Aizpeolea

Hay práctica unanimidad en este país en que ETA ha entrado en su etapa terminal como resultado de la actuación implacable del Estado de derecho. Pero también hay práctica unanimidad en Euskadi -aunque menos en toda España- de que ello es debido a que la izquierda abertzale ha colisionado con la banda terrorista, como consecuencia del fracaso del último proceso dialogado del terrorismo, en el que fue clave Jesús Eguiguren, presidente del PSE. Y si en el conjunto de España no hay un amplio consenso, como en Euskadi, es porque el PP se opuso al proceso de paz y no quiere valorarlo en lo que contribuyó a la etapa final de ETA. Esto explica las reacciones tan críticas que recibió ayer Eguiguren, incluso de Patxi López y de Alfredo Pérez Rubalcaba, condicionados por un PP que ha hecho partidismo del terrorismo, y que amenaza con desestabilizar los Gobiernos de Zapatero y López porque teme como un nublado que ETA termine en el mandato de Zapatero.

Más información
El 'lehendakari' zanja el debate sobre Batasuna abierto por Eguiguren

Pero ¿qué ha dicho Eguiguren para merecer una respuesta tan crítica? Ningún dislate. Sostiene la hipótesis, como la mayoría de políticos vascos, de que antes del otoño van a producirse acontecimientos que condicionarán la vida política de Euskadi, como una tregua de ETA y un pronunciamiento de la izquierda radical de desmarque claro del terrorismo. Eguiguren sostiene que no hay nada que negociar con la banda y con la izquierda abertzale antes del abandono definitivo de la violencia, en un caso, y del compromiso de desmarque claro ante el terrorismo, en el otro. Y pide al lehendakari y a su socio, el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, que se adelanten a los acontecimientos y los lideren. Para ello propone un pacto entre los partidos democráticos vascos sobre el futuro de los presos y sobre la legalización de la izquierda radical que sirva de incentivo a Batasuna, en su presión sobre la banda terrorista, y que solo se cumplirá si hacen sus deberes.

Eguiguren admite que su propuesta tiene riesgos, pero le parece más arriesgado no hacer nada. Sería un debate normal en cualquier país, pero no es posible en este, dominado por la crispación, donde se descalifica un texto sin siquiera haberlo leído. Eguiguren lo tenía previsto. En su texto dice: "Todos estamos paralizados ante el temor de que los de siempre saquen el hacha de guerra si se intenta cualquier movimiento en esta cuestión. En Madrid, supongo que porque la opinión está escarmentada y podría no comprender al Gobierno. En Euskadi, porque somos una pieza sensible de esa política y el PP podría verse obligado por sus correligionarios madrileños a obstaculizar al Gobierno del cambio".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_