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SUDÁFRICA 2010 | España-Portugal
Columna
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El miedo del portero

Juan Cruz

Hay una mitología del portero: que, al estar ahí tanto rato de pie, termina volviéndose loco y que luego ejerce de loco toda su vida. Es mentira. El portero (miren a Ramallets, a Carmelo, a Iribar, a Zubizarreta, a Casillas) suele ser el más cuerdo de la cuadrilla. Lo que pasa es que, en efecto, está solo ante el peligro. A Gary Cooper le inventaron de todo porque hizo Solo ante el peligro. Hiciera lo que hiciese (bueno o malo, perverso o cristiano), ya era el solitario ante el peligro. El maestro Juan Cueto hizo de ese mito de Gary Cooper una teoría del solitario: está solo porque sabe más.

A las mitologías del portero vino a añadirse el penalti, que es la pena máxima para un guardameta: como si él se hubiera metido en el barro, a él le cae el castigo. Los porteros son muy limpios, en general, así que, en realidad, son los defensas los que los ahogan con esa pena y ellos tienen que plantarse, con su propio miedo, ante la agresiva ejecución de la falta.

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A eso lo llamaron el miedo del portero ante el penalti. Pero fue Peter Handke, el taciturno escritor austriaco, quien puso nombre al pavor en el libro que tituló El miedo del portero al penalti.

La historia era terrible: un portero termina de mecánico y de ahí lo despiden, no se sabe por qué. El miedo se prolonga en la vida y el personaje sigue perdiendo, como si estuviera sometido siempre al mismo temor a ser castigado.

Ahora circula por España y por otros sitios igual de desavisados una especie sobre el portero español, Casillas, uno de los seres más sensatos del mundo del fútbol. Al miedo natural al penalti le quieren añadir ahora a Casillas el miedo a la novia en el campo.

No solo es una estupidez, sino que, además, es una estupidez injusta. Reducir los temores futbolísticos a temores sentimentales es una de esas mezquindades que empiezan a circular, las estimulan unos y otros (la cadena de televisión de la periodista, un periódico británico, la pereza nacional y, de nuevo, la cadena de la periodista) y termina reducido uno de los mejores porteros del mundo a la condición de un pelele que está a punto de ser batido simplemente porque la novia le mira muy de cerca.

Aquel libro de Handke empezaba así: "El portero miraba cómo la pelota rodaba por encima de la línea...". Y eso es lo que mira Casillas: es un profesional. Y a los que intentan sacarle de esa zona de sus miedos el excelente portero del que tanto hablan tendría que enviarles este mensaje de Hobbes: "La única pasión de mi vida ha sido el miedo". Casillas es como Gary Cooper. Saldrá de estos tópicos limpiándose elegantemente el polvo de los cuchicheos.

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