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China sella con un acuerdo comercial histórico la reconciliación con Taiwan

Los críticos temen que facilite a Pekín la absorción política de la isla

Tras más de seis décadas de rivalidad, desconfianza e incluso riesgo de conflicto armado, China y Taiwan dieron ayer un atrevido paso hacia la reconciliación, que podría marcar de forma determinante el futuro de sus relaciones no solo económicas sino políticas. Pekín y Taipei firmaron un acuerdo comercial sin precedentes, que dará un fuerte impulso a sus intercambios, de unos 90.000 millones de euros anuales.

China confía en que el pacto reduzca las tendencias centrífugas taiwanesas y allane el camino hacia la futura absorción de la isla, mientras que Taiwan espera que contribuya a mejorar su posición en un entorno geográfico marcado por el ascenso chino y la creación de bloques comerciales.

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Los críticos piensan que se trata de un paso político peligroso, ya que coloca a Taipei más cerca en la órbita de Pekín e incrementa el campo gravitacional chino. Aproximar a los dos rivales históricos sería un gran logro para el presidente chino, Hu Jintao, que dejará el cargo en marzo de 2013.

"Este es un momento crítico en el desarrollo de nuestras relaciones a largo plazo. Debemos aprovechar la oportunidad y trabajar juntos para construir la confianza mutua", dijo el enviado taiwanés, Chiang Pin-kung.

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El llamado Acuerdo Marco de Cooperación Económica (ECFA, en sus siglas en inglés) reducirá y eliminará los aranceles a la exportación de 539 categorías de productos taiwaneses y a la importación de 267 categorías chinas. Pekín recortará los aranceles a productos valorados en 11.260 millones de euros, mientras Taipei lo hará a artículos chinos por valor de 2.330 millones. El pacto permitirá, además, a las compañías taiwanesas el acceso a 11 sectores de servicios en el continente, entre ellos, el bancario, seguros y hospitales. El flujo de bienes taiwaneses a China es de 65.000 millones de euros al año, mientras que en sentido contrario suma 24.400 millones. Los aranceles caerán a cero en un plazo de dos años.

Taiwan calcula que el acuerdo creará alrededor de 260.000 puestos de trabajo en el territorio y añadirá 1,7 puntos porcentuales de crecimiento anual al producto interior bruto (PIB).

El Gobierno del presidente taiwanés, Ma Ying-jeou, defiende que la alianza beneficiará la competitividad de las compañías de la isla frente a las de otros países del sureste asiático, cuyo acuerdo de libre comercio con China echó a andar en enero pasado.

Aunque las encuestas muestran que la mayoría de los taiwaneses apoya el pacto, debido a sus beneficios económicos, hay división sobre las intenciones de Pekín y ha habido manifestaciones en su contra. Sus críticos advierten que llenará la isla de productos baratos chinos, se perderán empleos y conducirá a la progresiva absorción política de Taiwan por China. Esto es lo que desea Pekín, cuyo objetivo es recuperar algún día el territorio, si es posible, por la persuasión; si es necesario, por las armas.

Taiwan, con 23 millones de habitantes, es uno los principales socios comerciales de China. Un millón de taiwaneses y unas 40.000 empresas operan en el continente, donde han invertido más de 68.000 millones de euros en las dos últimas décadas.

La alianza ha sido firmada en un lugar simbólico: Chongqing, ciudad del suroeste de China, donde se refugió el Gobierno nacionalista de Chiang Kai-shek huyendo de los invasores japoneses. En Chongqing, Chiang y el líder comunista Mao Zedong negociaron una incómoda alianza durante la II Guerra Mundial. Tras su fracaso, ambas partes reanudaron el conflicto civil, que concluyó con la victoria de los comunistas y la retirada de los nacionalistas a Taiwan en 1949. Desde entonces, Pekín ha reclamado la isla y ha amenazado con tomarla por la fuerza si intenta declarar oficialmente la independencia que de facto disfruta. China tiene más de 1.000 misiles apuntando hacia Taiwan.

Las relaciones entre ambos lados del estrecho de Taiwan han mejorado notablemente en los dos últimos años. Debido tanto a la política desplegada por Ma Ying-jeou, quien llegó al cargo en mayo de 2008 con el propósito de reducir la tensión y reforzar los lazos económicos, como a la actitud del Gobierno de Hu Jintao.

Hu ha ido más allá de la retórica de las amenazas con que tradicionalmente respondía Pekín a los deseos independentistas de una parte de los taiwaneses y al rechazo de la mayoría a unirse a China, y ha optado por la política de la seducción. Hu habla de poner fin a las hostilidades e insiste en la necesidad de reforzar los intercambios de bienes y personas. A su vez, Taipei ha disminuido en los dos últimos años el porcentaje del PIB dedicado a gasto militar, aunque mantiene con apoyo de EE UU un Ejército bien equipado.

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