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Bélgica confía su presidencia europea a Van Rompuy

El país asume hoy las riendas de la UE con un Gobierno en funciones

Andreu Missé

Bélgica inicia hoy su presidencia semestral de la UE en una situación delicada -la interinidad del Gobierno actual- y en un ambiente generalizado de decreciente peso de las presidencias rotatorias. Pero tiene una baza a su favor. Los acontecimientos de los últimos seis meses han demostrado que con el belga Herman van Rompuy al frente de la Unión, Bélgica tiene más que cubiertas las espaldas para desarrollar una buena gestión durante los próximos seis meses. "Queremos adoptar una posición modesta", ha explicado el primer ministro en funciones de Bélgica, Ives Leterme.

El líder demócrata-cristiano, que seguramente seguirá al frente de un Gobierno en funciones hasta octubre, no ha ocultado el relajo con que Bélgica asume por duodécima vez la presidencia rotatoria de la Unión, "porque ya tiene la otra", en clara referencia al ex primer ministro belga Van Rompuy, actual presidente del Consejo Europeo.

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Desde su nombramiento hace siete meses, Van Rompuy ha mostrado una gran capacidad negociadora para impulsar decisiones políticas de gran calado como la convocatoria de dos reuniones urgentes de jefes de Estado en los momentos más graves de la crisis financiera. Además, Van Rompuy también ha tenido una participación llamativamente activa en las reuniones internacionales del G-8 y G-20 de Toronto, en las que ha defendido el modelo de crecimiento europeo.

La realidad es que, en pocos meses, Van Rompuy ha pasado de ser un desconocido, al que se caracterizaba por su afición a los haikus, a convertirse en un político de primera magnitud con un creciente prestigio sustentado por un sólido bagaje intelectual. Su obsesión por pasar inadvertido ha encontrado un encaje fácil en una Europa dominada por la poderosa influencia económica de la Alemania de Angela Merkel y las ansias de protagonismo de Nicolas Sarkozy.

La delicada situación política por la que atraviesa Bélgica, sin un Gobierno estable, contribuirá a hacer más imprescindible y visible el papel del presidente del Consejo Europeo en Bruselas. "El hecho de que Bélgica no tenga más que un Gobierno gestor de los asuntos corrientes ayudará a Van Rompuy", según el eurodiputado liberal Andrew Duff.

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De todas formas, Bélgica, con una larga trayectoria en asuntos comunitarios como país fundador y con una dilatada experiencia en Gobiernos provisionales, ha dejado la cosa pública bien atada. El equipo de Leterme ha pactado con los líderes políticos vencedores de las últimas elecciones las prioridades de la presidencia: recuperar el crecimiento económico y culminar los avances realizados por la presidencia española para construir la nueva arquitectura de la supervisión financiera.

Todo esto ocurre, sin embargo, en un proceso de progresiva pérdida de influencia del papel de las presidencias rotatorias, como ha reconocido el ex primer ministro belga Jean-Luc Dehaene. Después de Bélgica sigue Hungría, un país sometido a fuertes convulsiones internas, para el que probablemente el ejercicio de la presidencia podría ser el mejor bálsamo para su estabilización.

Herman Van Rompuy, en una comparecencia en Bruselas.
Herman Van Rompuy, en una comparecencia en Bruselas.AFP

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